Y VIENDO SU ARREPENTIMIENTO, HIZO LLOVER
- estradasilvaj
- 8 jun 2022
- 4 Min. de lectura
Son tiempos difíciles. La confusión y el desánimo abaten al espíritu humano.
La fe del hombre se hizo cenizas en la hoguera del bienestar y los placeres pasajeros. No alargó su vida, la mantuvo. Y aquellos, los desplazados, los que se refugiaron más allá de sus tierras, murieron de hambre y sed.
La cruz yacía sola en los campos y las iglesias se volvieron centros de historias y mesones de encuentros.
Los océanos salaron las aguas y la sed reinó en las tierras pobladas. No hubo inviernos ni primaveras. La tierra se agrietó y se tragó ciudades enteras.
Y algunos cansados de sus angustias y penas, urgaron entre las hojas del viejo Libro que decía:
"entonces, habiendo pecado y ofendido, restituirá aquello que robó, o el daño de la calumnia, o el depósito que se le encomendó, o lo perdido que halló.. .". (Levítico 6:4)
El corazón se conminó y sus ojos comenzaron a ver más allá. Se sintieron sucios y desnudos, y la vergüenza cubrió sus rostros.
Corrieron a escondidas llevando trozos de la Palabra olvidada que decia:
"Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de mano de los impíos". (Salmos 82:3-4)
Y su mente malgastada y menesterosa, aprendía como recién nacido el Mensaje ignorado por el egoísmo y la opulencia. Así, aquellos que abrían sus oídos, conmovidos, reconocieron su culpa.
Y la voz del Maestro se volvió a escuchar:
"El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él". (Juan 14:21)
Y así, de nuevo, los cielos se cubrieron de agua, la tierra se dispuso a recibir las lluvias y los mares retrocedieron.
El Todopoderoso demostró su poder y misericordia ante aqjellos que invocaron su nombre y limpiaron sus pecados con sus lágrimas arrepentidas.
Y vio en el corazón del arrepentido verdad y humildad, y cómo sus viejas vestiduras del viejo y sórdido mundo era arrastrado a las profundidades.
El agua dulce y fresca lavó a los hombres de sus maldades. Y su sangre se purificó en el altar del nuevo mundo. Los seres espirituales descendieron a dar de beber a los sedientos y de comer de los frutos buenos, a los hambrientos.
Las aguas del Cielo bautizaron al hombre que Dios quiere para sí. Y dijo el más pequeño de todos:
" ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra". (Salmos 8:4-5)
Todos levantando sus brazos a lo alto y diciendo a voces:
"Señor Dios, Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre...".
Y viendo Dios su sincero arrepentimiento, perdonó al hombre y bendijo su descendencia.Y VIENDO SU ARREPENTIMIENTO, HIZO LLOVER
Son tiempos difíciles. La confusión y el desánimo abaten al espíritu humano.
La fe del hombre se hizo cenizas en la hoguera del bienestar y los placeres pasajeros. No alargó su vida, la mantuvo. Y aquellos, los desplazados, los que se refugiaron más allá de sus tierras, murieron de hambre y sed.
La cruz yacía sola en los campos y las iglesias se volvieron centros de historias y mesones de encuentros.
Los océanos salaron las aguas y la sed reinó en las tierras pobladas. No hubo inviernos ni primaveras. La tierra se agrietó y se tragó ciudades enteras.
Y algunos cansados de sus angustias y penas, urgaron entre las hojas del viejo Libro que decía:
"entonces, habiendo pecado y ofendido, restituirá aquello que robó, o el daño de la calumnia, o el depósito que se le encomendó, o lo perdido que halló.. .". (Levítico 6:4)
El corazón se conminó y sus ojos comenzaron a ver más allá. Se sintieron sucios y desnudos, y la vergüenza cubrió sus rostros.
Corrieron a escondidas llevando trozos de la Palabra olvidada que decia:
"Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de mano de los impíos". (Salmos 82:3-4)
Y su mente malgastada y menesterosa, aprendía como recién nacido el Mensaje ignorado por el egoísmo y la opulencia. Así, aquellos que abrían sus oídos, conmovidos, reconocieron su culpa.
Y la voz del Maestro se volvió a escuchar:
"El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él". (Juan 14:21)
Y así, de nuevo, los cielos se cubrieron de agua, la tierra se dispuso a recibir las lluvias y los mares retrocedieron.
El Todopoderoso demostró su poder y misericordia ante aqjellos que invocaron su nombre y limpiaron sus pecados con sus lágrimas arrepentidas.
Y vio en el corazón del arrepentido verdad y humildad, y cómo sus viejas vestiduras del viejo y sórdido mundo era arrastrado a las profundidades.
El agua dulce y fresca lavó a los hombres de sus maldades. Y su sangre se purificó en el altar del nuevo mundo. Los seres espirituales descendieron a dar de beber a los sedientos y de comer de los frutos buenos, a los hambrientos.
Las aguas del Cielo bautizaron al hombre que Dios quiere para sí. Y dijo el más pequeño de todos:
" ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra". (Salmos 8:4-5)
Todos levantando sus brazos a lo alto y diciendo a voces:
"Señor Dios, Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre...".
Y viendo Dios su sincero arrepentimiento, perdonó al hombre y bendijo su descendencia.




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