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TU MUERTE, ES TAMBIÉN LA MÍA, SEÑOR.

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 7 jun 2022
  • 3 Min. de lectura

De rodillas ante el crucifijo, de alabo y bendigo, Señor Jesús.

Mi corazón está rasgado por los muchos pecados míos y de mis hermanos, los hombres y mujeres.

Me preguntan los niños, entristecidos, por qué has muerto de esa manera. Por qué un justo ha sido maltratado y clavado tan cruelmente en una cruz.

Sólo el amor lo puede explicar. Porque el amor es la raíz de la redención, y el inicio de una vida nueva.

Se me acercó una niña pequeña y recostándose a mi pecho me dijo:

"Siento algo extraño dentro de mí, como si hubiera perdido algo. Mi corazón está triste".

Le dije: "También siento lo mismo que tú, más yo quisiera no llorar, sino bendecir su nombre. Hacerlo mío, llevarlo muy dentro todo el tiempo y morir con él".

Y, continúe hablando a los niños: "Jesús es nuestro hermano, un amigo, el Hijo amado del Padre. Él lo conoce, nosotros no. Pero, podemos llegar a conocerlo por medio de su Hijo.

La noche del silencio, la llamamos así, porque los que amamos a Jesús lo lloramos y lo extrañamos mucho. Debemos orar y meditar el gran sacrificio que Jesús ha realizado y porqué murió de esa manera.

Algunos de nosotros hemos perdido seres queridos: abuelos, hermanos, tíos, papá o mamá, familiares, amigos o vecinos. La muerte la conocemos y nos llena de profundo dolor.

Pero, la muerte de Jesús nos trae una gran esperanza, un gran consuelo. Ocurrirá un suceso extraordinario, jamás visto: su Resurrección.

La muerte de Jesús no termina en el sepulcro, como la de toda persona fallecida.

Por eso, está noche debemos estar en vela, esperando y acompañando a la Madre del Señor en su dolor, orando con ella, a su lado.

Jamás podemos ser insensibles con la muerte de un ser humano. Es un suceso que debemos respetar, brindar nuestras condolencias, ofrecer nuestras plegarias, consolar, pero también, dar esperanzas. Porque Cristo venció la muerte y la vida será nueva, resucitada, llena de una felicidad que sólo el Padre Dios nos la dará.

Tres actitudes practiquemos está noche, durante estos días hasta la Pascua del Señor:

Silencio amoroso. Meditación del significado de la muerte de Jesús Oración intensa y sincera a Dios Padre para que los méritos del sacrificio de Jesús nos atraiga bendiciones y la gloriosa salvación.

Mientras miles festejan bailando, bebiendo y malgastando su vida en las playas, centros recreativos o donde sea, nosotros elevamos nuestras oraciones por su conversión y su salvación

Porque, Cristo es para todo viviente. Y su muerte en la Cruz, su preciosa sangre derramada nos lava de nuestros muchos pecados y ofensas..."

De rodillas nos quedamos un rato más, abrazados, sintiendo el calor de unos y otros... Mientras los más pequeños los vencía el sueño, los arropados junto a nosotros.

La vigilia no estaba sola. Le dijimos a Jesús: "No te dejaremos solo, porque tú no lo hiciste con ninguno de nosotros."

Ya al terminar, viéndolo clavado, le dijimos nuestro "sí" a Jesús:

Voy a decirte sí a todas horas, aun cuando el cielo de mis días llore.

Voy a decirte sí en mis dichas, voy a decirte sí en mis dolores.

Si me muestras un cielo que sonríe, yo te diré sí e iré a tu cielo; mas si me das un árido camino, diciendo sí procuraré tu encuentro.

Si me das tus consuelos, sí los quiero, si me niegas tu luz, mi sí lo acepta; si con tu cruz me esperas, sí la abrazo.

Y si tu amor me das, sí yo lo anhelo; si quieres para mí todo el olvido, toma este sí y que me olviden todos; y si quieres que viva en tinieblas, sí, tras ellas buscaré tus ojos.

Voy a decirte sí en mis dichas, Voy a decirte sí en mis dolores, Voy a decirte sí en mis trabajos.

Quiero decirte sí mientras que viva y decirte sí cuando me muera.

Amén.

 
 
 

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