TRES ACTOS QUE NO DEBE OLVIDAR
- estradasilvaj
- 3 nov 2022
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A lo largo de este tiempo muchos hemos comprendido y practicado algunos actos y devociones religiosas que nos ayudaron a aumentar nuestra fe, no abandonar las esperanzas y permanecer fuertes, aún con la dificultad de asistir a las misas y comulgar.
En lo que respecta a mí, comprendí una realidad que siempre he sabido: Cristo es el centro de todo. No sólo de nuestra fe y vivencia cristiana, sino el Centro de la realidades presentes y futuras. Leemos por ejemplo en Colosenses (1,12-20) que "Cristo es anterior a todo y todo se mantiene en él... Él es el principio... Es el primero en todo".
Hay dos fuentes importantes que no debemos olvidar: la vida de oración y la asidua lectura meditativa de las Sagradas Escrituras.
Asistir a la misa, comulgar, rezar el rosario, participar en grupos de oración y estudio bíblico, evangelizar, confesarse, y participar en las celebraciones importantes de la Iglesia como la Cuaresma, la Pascua, Pentecostés, Adviento y Navidad es importante sí. Pero es mucho más importante llevar una vida cristiana centrada en Cristo.
Cristo es el único mediador entre él y el Padre. Lo ha dicho muy claro: "Nadie va al Padre sino por mí... Y quien a mí me conoce, conoce al Padre" (Mateo 11,27).
Tenemos que estar muy claros los cristianos que sin Cristo no hay vida nueva (2Corintios 5,17), porque él es el camino (Juan 14,6). Y que no debemos de dudar en nuestro corazón, cuando san Pablo nos dice que pertenecemos a Cristo en la medida que nos hacemos parte de él. "Si vivimos para Cristo, somos de Cristo" (Romanos 14,8-10).
Hay tres actos que no debemos olvidar toda nuestra vida terrenal:
* Orar insistentemente. * Leer a Dios en las Sagradas Escrituras * Hacer el bien generosamente a quien se lo pida o esté necesitado. Pero, sobre todo, amar a Cristo en el más pobre, excluido, confundido, pecador.
Aún practicando esto, el mayor gesto es abandonarnos con fe en las manos de Dios.
Tiempos difíciles y duros siempre los habrá. Pero si colocamos a Cristo en el centro de nuestra vida y de nuestros actos, será complemente distinto.
Hoy he visto a muchos hombres y mujeres que han preferido vivir en la mentira, la corrupción, el pecado, la soberbia y avaricia, en la pobreza... Agachar la cabeza y continuar viviendo de las sobras y limosnas. ¡Pobre de ellos!
No permita entonces que sus hijos estén condenados a la desgracia y a la embustera forma de vida de un sistema social y político vulgar, obsceno, ateo y pecaminoso.
Unidos en Cristo, que aunque rodeado de ladrones y criminales, no fue uno de ellos, sino que cambió los corazones y quienes creyeron en él fueron parte de los Elegidos (Juan 17,11).




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