TE DOY GRACIAS SEÑOR
- estradasilvaj
- 29 abr
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Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste,
cuando mi voz temblaba entre las ruinas del alma,
cuando mis lágrimas fueron el idioma
que hablaban mis rodillas en la madrugada.
No gritaba fuerte, pero tú escuchaste,
no tenía fuerzas, pero tú me alzaste.
Tu oído atento fue refugio y amparo,
como un río secreto que fluye en lo callado.
Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste
cuando las puertas se cerraban sin piedad,
cuando el eco de la duda me habitaba
y el silencio parecía eternidad.
Tú estabas allí, aunque no te viera,
como brisa en la espesura, como luz en la ceguera.
Me hablaste en el susurro del cansancio,
me respondiste con la paz del alba.
Gracias porque me escuchaste en lo escondido,
en la parte más rota de mi oración,
cuando ya no sabía ni qué pedirte
y mi fe era apenas respiración.
Me escuchaste sin palabras, con amor de padre,
me abrazaste en el abismo sin alarde.
Fuiste respuesta antes de la pregunta,
fuiste bálsamo donde el alma se junta.
Te doy gracias por no cansarte nunca
de este corazón que a veces duda y grita,
de este andar que tropieza entre espinas
y aún así tú lo bendices sin medida.
Gracias por cada “sí” que no entendí,
por cada “no” que me salvó del fin.
Gracias por los silencios que me hablaron
y por las tormentas que me purificaron.
Tú escuchaste mi suspiro cuando nadie lo oyó,
tú estuviste presente cuando el mundo se ausentó.
Me viste débil, me amaste fuerte,
me diste vida en mitad de la muerte.
No despreciaste mi barro, ni mi historia,
no borraste mis errores, los hiciste victoria.
Porque tú no rechazas el clamor sincero,
tú haces trono en el corazón sincero.
Hoy, Señor, que respiro en tu esperanza,
que camino con la frente levantada,
yo levanto este canto como incienso,
te doy gracias con el alma renovada.
Gracias porque estás en mi pasado y en mi ahora,
y sé que vendrás en cada nueva aurora.
Gracias por el dolor que hiciste maestro,
por el desierto donde me hiciste tuyo.
Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste
cuando ni yo sabía lo que decía.
Gracias porque tu misericordia fue más alta
que mis caídas y mi melancolía.
Porque aún cuando el mundo me cerró los cielos,
tú abriste la ventana de lo eterno.
Y en tu fidelidad, tan grande y tan secreta,
hoy florezco… aunque el mundo no lo sepa.




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