TAN SÓLO TÚ, OH DIOS

He esperado la noche, como quien espera a su amada.

Viendo al cielo estrellado y sintiendo al viento que acaricia mis mejillas. Con el corazón abierto, en silencio, latiendo tu venida como quien en angustia grita para ser escuchado, abrazado como el padre lleva a sí, a su hijo hundido en el pecho.

Paso los días enteros buscando tu rostro, amado Señor, tratando de llevar en mis hombros los pequeños que salen al encuentro, como pequeñas ovejitas tras la mirada de la madre que vuelve cansada y cargada de pastos.

Has llegado tan hondo, oh Dios que mi alma embriagada queda de tu amor. No aguanto el peso que llevo encima cargado de pecados y deseos impuros, que arrancar quiero la piel y huesos para no ofenderte, amado mío.

Mis plegarias no son palabras huecas, tú sabes bien que hay en mis pensamientos y allí dentro que no logro atrapar.

Descalzo camino en tu tierra bendita, en esta tierra desnuda y frágil, teñida de rojo, hambre y locuras infames.

Hazme digno de servir a tus hijos con el cántaro vacío para que lo llenes de tu agua eterna, y saciar la sed de tantos que mueren en el camino.

Tan sólo tú, oh Dios, mi Señor me has hecho sentir vivo. No me dejes solo, que sin ti perecería.

Tan sólo tú, oh Dios, viajo como el ave remonta al cielo, como los ríos al mar y los vientos a las cimas.

Tan sólo tú, oh Dios, eres el único que llena mi ser de tu Ser.