SÓLO TÚ ME SOSTIENES, SEÑOR

No soy tan fuerte como desearía serlo. Me han destrozado varios sucesos: el asesinato de unos familiares y amigos de una exalumna lasallista, que tenía grandes esperanzas de recuperarlos vivos; el padecimiento de varias amigas con cáncer; el hambre que sufren familias por la grave situación económica y social; la brutalidad en contra de los estudiantes y profesionales universitarios; la hostilidad y violencia en contra de las mujeres; la infidelidad en el matrimonio... La injusticia y trato inhumano de hombres y mujeres perseguidos, encarcelados y condenados por sus principios.

¿Cuándo dónde terminará está larga agonía?

Día tras día resistimos y luchamos por sobrevivir. Ya nuestros rostros se aviejan, las manos se entumecen, los pies se cansan... El corazón está quebrantado y nuestro espíritu, empieza a buscar maneras de no romperse como un cristal.

El destino de un país lleno de vida, ilusiones y sueños se barajan como naipes en una mesa de bravucones y malvados. Hay muchos que siguen prefiriendo vivir en las tinieblas del error, la mentira y la burla. Están destinados a caer en la misma fosa de la tiranía.

Sí, estamos bajo un sistema que doblega a la fuerza, calla a golpes, roba descomunalmente... No hay ni principios, ni valores, ni humanidad. Allí no existe Dios.

Mantendré mi espíritu indome, mi alma libre y mi voz serena y firme.

Tan sólo te pido Dios de los justos, que me sigas sosteniendo. Qué no abandones la obra de tu hijo. Que encuentre las fuerzas para llevar tu Palabra sin miedo y ser edificante ante los demás. Protégeme del enemigo y sálvame de la trampa del cazador.

Dame la oportunidad de llevar tu rostro amoroso, a los más pequeños, frágiles e indefensos con alegría, esperanza y fe, aunque tenga las manos vacías.

Porque Tú, sólo tú, oh Dios, me salvas y consuelas en la hora.