SUJETO A LA LEY
- estradasilvaj
- 14 ene 2023
- 2 Min. de lectura
Hay hombres y países que desprecian la ley y el derecho, no les gusta estar sujetos.
Sin embargo, hacen de la ley y el derecho un arma poderosa de opresión y cautividad contra los suyos.
Jesús no evadió el cumplimiento de ley y la cultura de sus antepasados. Más adelante en su vida nos dirá que llegó a dar pleno cumplimiento.
Sin derecho y orden no hay igualdad y práctica de una vida en armonía con los demás y su ambiente. Este derecho y orden deben surgir de la justicia y la verdad, sino se convertirán en opresivas y explotadoras.
Jesús nos enseña que la verdadera ley nos introduce en la vida de una nación, nos sujeta a una historia que mira hacia adelante, que no da la espalda a los valores antiguos.
Jesús nos enseña que la familia es columna de una nación, y por lo tanto debe ser protegida, amparada y respetada.
Cuando un aparato social, grupos o individos se convierten en persecutores, represores, en una grave amenaza para las familias y las personas individuales debe ser destruido. Porque es un atentado contra la existencia de la nación y de los cimientos que la sostienen.
Ningún grupo o ideología debe estar por encima de una nación libre y soberana.
Jesús llega para dar pleno cumplimiento a la ley, a derrumbar las falsedades y malas prácticas. Como dirá en la Sinagoga - cuando sea adulto -, releyendo al profeta Isaías:
"El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos" (Lucas 4:18).
Hoy estás palabras tienen la misma fuerza y esperanzas para muchas familias, personas y una nación entera de encontrar el camino de la paz y la tranquilidad, de ver brillar la justicia, el derecho y el orden; de recobrar su libertad y sanar sus corazones.
Jesús ha llegado para quedarse con nosotros, como uno de nosotros. No es de ellos, es nuestro, hijo de nuestro pueblo.
Ven Señor, a restaurar la nación perdida.

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