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SOMOS OVEJAS DE SU REBAÑO

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 10 may
  • 2 Min. de lectura

Somos el alba en sus campos abiertos,

briznas que tiemblan bajo el cielo de oro,

el susurro del viento que en el silencio implora,

el eco del amor que nunca se agota.

Somos su pueblo: barro entre sus manos,

moldeados con ternura, sin prisa ni daño,

tatuados con promesas en el alma abierta,

habitantes de la luz que en su pecho despierta.

Él nos llama por nombre entre los collados,

donde el rocío viste de plata los prados,

y su voz, que es melodía de eternos abrazos,

nos guía como río que no olvida sus cauces.

Somos ovejas de su rebaño amado,

floraciones humildes sobre el verde pasto,

nunca solas, aunque las sombras pasen,

pues su callado cayado nunca nos falte.

Conoce nuestras sendas, nuestros extravíos,

nos busca en los abismos con ojos de rocío,

no hay noche tan honda ni desierto tan frío

que no cruce por amor, por llevarnos consigo.

En sus hombros reposa el que se ha caído,

con voz de consuelo sana el corazón herido.

Nos reúne en su redil como estrellas al cielo,

con paciencia de siglos, con ternura sin velo.

El pasto de su palabra sacia y da sentido,

agua viva en la roca, pan recién nacido,

y al escuchar su canto que embriaga los oídos,

sabemos que en su pecho late nuestro nido.

No somos huérfanos ni polvo errante,

somos su pueblo, su soplo vibrante,

la historia que escribe con dedos de fuego,

el perfume de trigo en su divino juego.

Aun cuando la tormenta levante su voz,

y la noche nos cierre los ojos de Dios,

su faro invisible arde sobre los cerros,

su misericordia canta en nuestros inviernos.

Porque somos suyos, aun sin entenderlo,

como luna al mar, como estrella al cielo,

como hijo al padre, como verso al poema,

como llama al hogar, como flor al tema.

Y si nos perdemos, si el mundo nos quiebra,

su amor no titubea, su gracia se eleva.

Nos toma en su pecho, nos limpia, nos cela,

nos cubre de paz como lluvia serena.

Somos su pueblo, su joya escondida,

su herencia, su gozo, su perla escogida.

Y mientras haya vida, aunque tiemble el paso,

seremos sus ovejas, y Él… nuestro abrazo.

ree

 
 
 

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