SIN ÉL, NO HAY MISIÓN
- estradasilvaj
- 7 jun 2022
- 1 Min. de lectura
Recibí el Cuerpo de Cristo de manos de mi párroco. Desde ese momento, la alegría regresó a mi corazón, la fe creció como una planta expuesta al sol y el valor me cubrió la piel frente a las tentaciones del mundo.
Fue entonces, que salí de ahí y caminé dando gracias a Dios en pos de los niños y ancianos que me esperaban.
No es posible que la fe cristiana se viva para sí misma. Es un don que se entrega sin miedo y egoísmos en servicio gratuito a los demás.
Orar y comulgar son fuente de vida. De hecho, pienso y creo profundamente que es como anticipar el gozo en el Cielo.
Leyendo pasajes del martirio de San Pablo Miki y demás cristianos en Japón, comprendo que la fe y el amor tienen rostro de cruz.
Los cristianos, los católicos no debemos vivir a espaldas al Evangelio. Por un lado predicamos un discurso, y por el otro, vivimos llenos de antagonismos y dualismos.
Te pido que no ignores la gracia que está dentro de tu alma. Abre tu corazón a la generosidad y crece en Cristo en la oración, el servicio y la comunión.



Comentarios