SIN LIMITES
- estradasilvaj
- 29 abr
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He sabido de religiosas que han sido desposeídas de sus obras, ayudas y bienes por su compromiso con los más desfavorecidos y de otros abusos en contra la misión evangelizadora de sacerdotes y religiosos.
Es bueno recordar que la misión de Jesucristo no fue nada fácil. Tuvo que luchar contra corriente, desmontar determinadas idolatrías, navegar en medio de una mentalidad pasiva y fundamentalista, desmentir a grupos que predicaban falsedades, huir de quienes lo perseguían para asesinarlo... mantenerse en el centro y distante de quienes querían manipular sus enseñanzas y milagros para levantar una revuelta... pero, siempre, dio la cara, los enfrentó con autoridad.
Era un verano bastante cruel en aquellas ciudades de Judea. La persecución no cesaba contra el pueblo judío, mientras los que ostentaban el poder vivían muy bien en sus palacios. Jesús regresaba de una larga jornada por los pueblos llevando consuelo, paz, hermandad y sanidad a decenas de hombres y mujeres aquejados por las enfermedades y el abandono social.
Después de su muerte en la cruz y de ocurrir aquel suceso inexplicable de la Resurrección, empezó a comentarse de sus apariciones al grupo de Apóstoles y seguidores. Los Evangelios narran como una decena, pero en realidad fueron mucho más, y en lugares muy lejanos. Las enseñanzas del Maestro habían viajado más allá de los límites, más allá de las fronteras. Todos estaban asombrados. Empezaba a nacer una esperanza aún todavía mayor en aquellos oprimidos.
Este es quizás, para nuestros días, el mensaje de aliento y de gran esperanza que Cristo nos da, que todos seguimos esperando. Esa paz que necesita nuestro corazón, nuestras familias, nuestros países. Esa paz que nada ni nadie nos pueden dar gratuitamente. Porque, en la medida que se arrecien las persecuciones y los actos inmorales en contra la misión evangelizadora de la Iglesia, la paz llegará con la misma fuerza que llegó en la Resurrección. El amor de Cristo y de su Iglesia no tiene límites.




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