SI EL GRANO DE TRIGO NO MUERE...

Todos, sin distingo alguno, morimos cada día. Y lo importante es morir a aquello que nos impide vivir con alegría y satisfacción; morir a aquello que nos impide vivir nuestra fe con autenticidad y sincero corazón; morir a aquello que nos impide ver en los demás, en especial, en los desamparados y desprovisto de lo necesario para vivir, a Jesucristo.

Si el grano de trigo no muere, no dará fruto abundante. (Juan 12:24)

Nos acercamos a días en los que tenemos la oportunidad de reflexionar y meditar los Evangelios, el significado de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor.

No desprecie esta oportunidad de acercarse a la iglesia, de confesarse, de comulgar, de llevar a su familia a la Eucaristía, de orar en lo privado, de hacer más que una obra de caridad.

Podría ser su última oportunidad.

Es tiempo de perdonar y olvidar lo pasado; de ver nuestro corazón y limpiarlo de todo aquello que nos aleja de Dios, del bien, la verdad y el amor. Muchos

creer en Dios y en su Palabra, porque saben que exigirá un cambio en sus vidas. No todo dura para siempre.

Muera al pecado de omisión, y abra su corazón a la luz que es Cristo, que clavado en el madero te ha perdonado y ha dado su vida para que seas salvo.

Acepta a Jesús, unámonos a su sacrificio, así seremos bendecidos y nuestras heridas y enfermedades sanadas. Así sea.