¿SERÁ TAN DIFÍCIL HACER EL BIEN?

Casi a nadie comento lo que hago todos los días, posiblemente no me crean. Me dedico hacer el bien que puedo y de llevar esperanzas y consuelo. Lloro con quien llora y doy gracias con quien celebra.

* Pues uno de estos días pasados creo haber salvado la vida a una persona que no tenía quien la ayudara, más que su esposa. Sus hijos solos en la casa. Los cuidé por dos días.

* Luego, a un bebé que no tenía leche, pues la madre es sola y vive en mucha pobreza, a pesar de sus esfuerzos. Ese día, me llegó un mensaje de una señora que tenía algo para mis niños.

* Una anciana que no hablaba ya. Pregunté por ella y pasé a visitarla. Estuve casi una hora con ella, conversando. Oramos juntos. Días después, me avisaron que había fallecido y que su rostro sonreía.

* En la calle me encontré con un joven Policía, al verlo le pregunté si tenía algún dolor. Con cierta timidez me respondió que le dolía el estómago mucho. Eso es hambre hijo, le dije.

Fui a la tienda más cercana y le llevé una leche y unas tortas de pan para él y su colega.

No es necesario que digan algo, les dije. Sólo los bendigo y que sus vidas sean mejores haciendo el bien a los demás. No los volví a ver.

* Una señora estaba muy enojada pues se llevaba mal con su hija. Eso la alteraba y ponía en riesgo su salud. La llamé aparte y conversé un ratito con ella.

Más tarde, encontré a su hija. Nos conocíamos de rostro. Le pregunté por su mamá y me dijo que se sentía mal de salud. Entonces, conversé delicadamente con ella. A ambas les dije que oraría al Señor por ellas. Y así fue.

Al tiempo después, en el supermercado me las encuentro de la mano muy amigables. Las saludé y alabé a Dios dando gracias.

Y así... haciendo el bien posible. Buscando el pan, llevando paz, dando gracias y la Palabra del Señor a los corazones secos y confundidos.