SECUELA DE UNA ENFERMEDAD MAL CURADA
- estradasilvaj
- 8 jun 2022
- 3 Min. de lectura
Es muy frecuente que muchas personas no sigan, ni cumplan ni concluyan las recomendaciones ni los medicamentos apropiados tras una enfermedad, sea esta leve o grave, sea experimentada en ella misma, en un hijo, familiar o amigo.
Muchas personas se automedican, eso es improcedente y hasta peligroso.
Toda enfermedad deja secuelas por muchos años o para toda la vida. Pero hay dos secuelas que podemos combatir eficazmente. Son las secuelas emocional y espiritual que abrazan nuestro cuerpo y espíritu con una gravedad de larga extensión.
Me gustaría compartir con ustedes algunas ideas de cómo superar esas secuelas, que quizás ya estemos sufriendo.
1. La desinformación y la falsa información.
Hay que atender y cumplir las recomendaciones médicas y sanitarias de profesionales de la salud y de Organismos serios y responsables. La información nacional no siempre es completa ni ajustada a los estándares universalmente apropiados.
Eso crea pánico y extiende una red desinformativa y tóxica que se diluye fácilmente por diversos medios y no contribuye a la serenidad, a la responsabilidad y correcta implementación de medidas a tiempo.
2. La aparición de un patógeno o virus que alcanza velocidad de contagio exponencialmente, cuando su origen, cobra su primera víctima que no siempre sabemos cuándo y cuántos ésta contagios por ésta. Es una bomba de tiempo de mecha corta.
Detrás de un virus siempre hay una flaqueza y un culpable. Por ahora, lo importante encontrar la manera de cortar hilo el conductor de contagio del virus, de conocer su forma de viajar y agravar hasta la muerte al ser humano.
Por eso, me parece inteligente el distanciamiento social y el resguardo de grupos humanos por al menos 3 semanas a un tiempo mayor, según el comportamiento del número de infectados que se agraven o recuperen.
Importante es, entonces, privarnos de la relación social abierta y de no participar en eventos o cualquiera forma de concentración pública.
Todo esto, no tengamos la menor duda cambiará la rutina y formas de vida que llevamos ahora. No nos gustará y pondrá en aprietos.
De ahí, que propiciemos e ideemos maneras nuevas de convivencia familiar y de solidaridad vecinal.
3. El estrés emocional puede sumirnos en cefaleas, vómitos, mareos, depresión, desaliento y pereza.
Refugiarse en la televisión, redes sociales, consumo de alimentos excesivos, malgasto de recursos financieros, calmantes, drogas o licor, conducirá a un estado crítico de una persona o del grupo social.
Usted debe hacer ejercicios que le permitan liberar estrés y toxinas, llevar un comedido consumo de alimentos sanos y energéticos ricos en vitaminas y antioxidantes; apreciar el consumo familiar de tes o bebidas naturales ricas en alcalinos.
Duchas con agua tibia, el uso de manzanilla y otras hierbas cítricas son excelentes para relajar. Masajes y un descanso según el reloj biológico.
4. La pereza espiritual. No hay peor secuela que caer en un estado de abandono total a lo que venga. Eso desvastará su fortaleza interior.
Toda enfermedad se hace fuerte con su pereza y miedo. No de nuestras de ignorancia, asuma la responsabilidad de su propia vida, porque de alguna manera estamos interconectados unos con otros.
Este patógeno agresivo e inmisericorde requiere grandes dosis de fortaleza espiritual para eliminarlo. No importa si usted no crea en Dios, o que no vaya a misa y comulgue, lo importante es que no pierda su humanidad.
Quienes se recuperan rápido son aquellos que creen en la vida y luchan serenamente, aquellos que oran confiados que Dios no los abandona, aquellos que decidieron cambiar sus vidas.
5. No sea ingenuo ni tonto. Pienso que está situación es una magnífica oportunidad de innovar formas de sobrevivencia.
Las economías nacionales y mundial colapsan. No podemos cruzar los brazos.
La calle puede tener peligros, pero también oportunidades. El tiempo avanza y podemos utilizarlo a nuestro favor. Todo está parado, pero somos capaces de movernos y ofrecer a los demás algo que necesitan.
Yo, en lo personal, no me detengo. Hay siempre algo qué hacer, a quién ayudar, a quien alentar y hacerles sentir que estamos vivos.
Curémonos bien! Antes que llegue la enfermedad.
Porque, la enfermedad nos recuerda que "nuestro vivir es un vivir para Dios."



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