SANTIDAD Y FIDELIDAD

Hace un año escribí unas reflexiones sobre la santidad en el sacerdocio. Esta vez quiero repensar sobre ello y de la vida humana. O sea, de la importancia de alcanzar la santidad en nuestras propias vidas.

A la edad de veiNte años recuerdo profesé mis primeros votos y siete años más tarde, le dije a Dios que para toda la vida permanecería fiel a ellos por amor a Él, al Instituto de los Hermanos y a la misión que se me había encomendado. Tengo que confesar que ser fiel no ha sido fácil siempre. Pero, cuando se ama a Dios, hay una fuerza que gravita en nuestro interior y nos hace avanzar limpiando nuestras caídas.

La santidad está muy ligada a la fidelidad. Pienso que en la medida que somos fieles, vamos logrando también grados de santidad. Pero, ¿qué imporancia tiene en nuestras vidas llegar a ser santos? Eso podría sonar vacío y hasta risible en un mundo donde prevalecenn los placeres y satisfacciones del cuerpo en diversas maneras.

Me gustaría compartirles desde mi vida personal y desde esa fuerza interior que siento, algunas reflexiones muy breves sobre la santidad y fidelidad en la vida humana, en la vida cristiana. Porque estamos llamados por Dios a serlo. Él lo ha dicho: "ser santos como Yo soy santo". (Levítico 11,44) Es un camino esplendoroso, porque hay hombres y mujeres que no son ni sacerdotes o clérigos, ni consagrados, sino laicos, que viven y se esfuerzan por una vida personal, una familia verdaderamente santificada.

1. La santidad no es algo inalcanzable. Cada esfuerzo que hacemos a diario en nuestras propias vidas para ser mejores personas, más justas, respetables, honorables, sinceras, limpias de corazón... es un paso hacia la santidad. Los Apóstoles no eran unos santos, fueron caminando poco a poco hacia una vida santa. ¿Cómo lo lograron? Pablo tiene en sus Epístolas muchas recomendaciones. En resumen, es alcanzar "la estatura del hombre perfecto que es Cristo". (Efesios, 4,13)

La estatura de Cristo se refiere a la de una persona que escucha, vive y practica la Palabra del Padre. (Mateo 11,27) La Biblia nos muestran diversas formas de vivir un vida perfecta. (Génesis 17,1) Recordamos aquel pasaje del joven rico que cumplía la Ley. (Mateo 19,21) No fue suficiente para Jesús, tenía que dejar todo y seguirle. Seguir a Jesús no es únicamene para el consagrado u ordenado para el servicio de Dios, sino para todo cristiano.

Los sucesos en Ucrania nos han hecho ver no sólo la valentía y el amor de los clérigos, religiosas y misioneros por su pueblo, la Iglesia. Han infundido esperanza, confianza, valor, amor en medio de los bombardeos. Me ha recordado los tiempos de los primeros cristianos que eran perseguidos y martirizados por su fe, por permanecer fieles a Cristo.

2. La santidad es permanecer fiel a Cristo. En las pruebas como las enfermedades, el sufrimiento, la traición, la guerra, las tribulaciones... Aún, en la oscuridad del alma, no damos la espalda a Cristo. San Pablo lo ha expresado tan bellamente cuando nos dice que "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?.... ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro." (Romanos 8:35-39)

3. La fidelidad como camino a la santidad. Por ello, pienso que ser fiel a nuestro amor a Cristo es el camino a la santidad. No les aseguro sea fácil, pero es el trayecto seguro a contemplar y alcanzar una vida nueva.

¿Es posible lograrlo hoy y mañana? No queda otra opción. Podemos disponer de varios recursos para lograrlo. Los sabes y os los recuerdo:

* Una vida de oración perseverante, constante. * Practicar la justicia y el perdón con aquellos que consideramos adversarios o enemigos. * Comulgar frecuentemente. * Confesar nuestras faltas ante Dios y con la bendición del sacerdote. * Leer y meditar la Santa Biblia en todo momento. * Ayudar a los más necesitados, a los pobres, huérfanos, inmigrantes, hambrientos, abandonados.... enfermos y agonizantes. * Luchar contra el mal y la perversión en el mundo, que somete, esclaviza y provoca horror y muerte. Una lucha con las armas que Dios nos proporciona y no los hombres.

La oscuridad eterna dejó de serla con la Creación de Dios y Jesucristo, nos sacó de las tinieblas para siempre con su muerte y resurreción. Aprovechemos esta Cuaresma para buscar la luz que nos da Cristo y permanecer en ella por siempre, Porque eso, es precisamente la Cuaresma, un camino hacia la Pascua, hacia la Luz verdadera y eterna, Dios.

Créeme. En esta lucha por alcanzar esa luz, esa santidad siendo fieles a Cristo, pongo mis plegarias por ti y tu familia; por tu comunidad y nación; por el mundo entero que pretende regresar a las tinieblas del pasado.