¿Qué ocurre cuando olvidamos comulgar por mucho tiempo?

Es como caminar sobre arena, pasar una duna tras otra, sin saber si llegaremos a lugar seguro.

Comulgar con frecuencia, nos abre una puerta a muchas bendiciones espirituales, celestiales y corporales.

He visto como algunas personas ya mayores gozan de años alegres y sanos, de una muerte tranquila. También, de jóvenes cuyo matrimonio disfruta de paz, prosperidad y fecundidad. No menos, niños que reciben el llamado de Dios a la vida sacerdotal o consagrada.

La comunión y adoración al Santísimo Sacramento atrae seguras bendiciones si nuestro corazón está limpio de pecado. Dios no puede hábitar donde hay maldad y vacío vital.

Acudiendo a la oración diaria, a la comunión frecuente y a la adoración del Santísimo, Dios que todo lo ve y escucha:

1. Llenará su vida de inmensa paz, sanará sus enfermedades y heridas; estará presente en las pruebas y dificultades.

2. Enviará su Espíritu para que lo fortalezca en los momentos de angustia, confusión y miedo. Recibirá la luz para ver con claridad la voluntad del Padre, y así, llevar una vida humana y religiosa plena.

3. Recibirá el aliento y las fuerzas en la lectura de las Sagradas Escrituras, donde la palabra divina le mostrará la huella de Dios en el mundo.

4. Su familia, sus amigos, sus familiares podrán recibir también las gracias y bendiciones que Dios le envía a través de usted. Por eso, su testimonio es el sello del amor de Dios y de su misericordia.

5. Podrá combatir las acechanzas del Demonio y los ángeles caídos, que rondan en la oscuridad del mundo del pecado. Jesucristo será su coraza y espada junto a San Miguel Arcángel.

Cuando comulgo, mi vida asciende en la presencia de Dios. No hay muro que me impida amarle totalmente.