QUIEN ESTÉ LIBRE DE PECADO, TIRE LA PRIMERA PIEDRA

¿Recuerdan esas palabras de Jesús cuando la multitud se avalanzaba en contra de Magdalena acusada de adulterio? (Juan . Curiosamente se fueron retirando del más viejo al más joven.

Al meditar sobre este suceso me ha venido a la mente, no los adúlteros o adúlteras, sino los que se llenan la boca de paz y nacionalismos, y envían más armas y ejercen su poder contra otros. Todos ahora se han rasgado sus vestiduras frente a un mundo que urge de amor, respeto, dignidad y solidaridad. Nos estamos llenando de tiranos, oligarcas, opresores y esclavitudes por todas partes. Y los pueblos, la gente inocente, la que sufre las terribles y dolorosas consecuencias.

Hemos empezado una Cuaresma con un Viacrucis lleno de dolor, sufrimiento y la amenaza real de una guerra expansiva.

¿Cuándo alcanzaremos la verdadera paz? ¿Qué necesitamos para ser capaces de convivir en paz sin fabricar más armas y de buscar motivos para invadir y fomentar el odio y el fanatismo?

Así que, el que esté libre de pecado, que se considera limpio, arroje la primera piedra. Pues, ya la primera está arrojada.

Hoy me ha conmovido profundamente el gesto de un amigo muy enfermo. En medio de sus sufrimientos y necesidades me envió una ayuda para la Obra. Y recordé de inmediato a otros dos amigos, uno mayor y otro, de menor edad que padecen dolorosas enfermedades, y siempre me ayudan cuando ellos son los que más necesitan. ¿Cómo poder olvidarlos? No puedo. No debo.

El mal continúa sometiendo al corazón y a la mente humana. Pero también, el bien que es mucho más grande y fuerte permanece vivo y combate a las maldades y pecados de lo hombres insensatos y ambiciosos.

Así que, no demos pasos hacia la oscuridad. Sigamos el camino que Jesús con su Palabra y Obras nos mostró hasta el final de su misión que el Padre le encomendó. Allí, al extremo, llevado por nuestra iniquidad, hasta la muerte en la cruz.

¿Por qué rehuimos ese camino? Es más fácil incendiar el mundo y quedarnos en el búnker.

En estas horas oscuras, ¡cristiano! o no, no tiremos la piedra en contra del hermano herido. Hay que reconvertir el mundo, a Europa, a América, a nuestros países, a nuestros pueblos, a nosotros mismos.

El futuro no está hecho, pero nos podemos quedar sin él.

Sostengamos a nuestro único hogar, todos juntos para que no caiga.