¿POR QUÉ AYUDAR A LOS DEMÁS?

Son tiempos difíciles para todos, pero para muchos cuyos nombres y rostros no conocemos, son todavía más complicados. Hay diversas razones, y en esto, no hay que buscar culpables, sino soluciones. ¿Sabes por qué? Porque somos humanos. Nos necesitamos los uno a los otros. Y como dijo Jesús, "no hay mayor gozo que dar". Darse uno mismo.

Así que te invito a ayudar a los que necesitan ser ayudados. Y podemos hacerlo de diversas maneras. Te cuento que en la Obra hemos ido evolucionando en la forma de que las personas vayan creciendo por sí mismos con apoyo moral, espiritual, educativo, colectivo, formativo, psicológico, profesional y emocional. Con muy pocos recursos, pero con un gran espíritu de fe, confianza, decisión, visión, disciplina, cariño y respeto.

En nuestras casas hay muchas cosas útiles y en buen estado que pueden servir a otros, desde cuadernos, juguetes, ropa, calzado, equipos tecnológicos, balones y hasta alimentos. Hay quienes quieren hacerlo pero viven fuera del país, entonces, ellos nos envían su donación y con ésta aseguramos la leche, los cereales, los medicamentos, estudio... a los más pequeños de las familias. ¿Sabes cuántos niños tenemos? Un poco más de 130 incluyendo adolescentes; unos 20 jóvenes y cerca de 15 ancianos que viven con sus familias. Durante el pico alto de la Pandemia perdimos a 5 ancianos. Dios con su inmensa misericordia protegió del contagio casi a todos los niños. Algunos se nos enfermaron, pero no tuvimos más que tres casos graves.

Hace unos años eran unos niños o niñas, ahora son adolescentes, incluso, tenemos ya jóvenes que estudian en la Universidad o cursos profesionales para emplearse y así sostenerse y apoyar a sus familias. Es una lucha muy dura, pues como muchos, trabajan y estudian los fines de semana. Ellos tienen sueños, metas y bonitas ambiciones. Eso es importante.

Te compartiré diez beneficios de ayudar a los demás, a personas, niños y adolescentes que tienen propósitos claros en su vida:

1. Aumenta el autoestima. 2. Disminuye los niveles de stress. 3. Te hace sentir útil. 4. Harás feliz a las personas que más lo necesitan. 5. Recibes más. 6. Te convertirás en una persona más sociable. 7. Despierta la gratitud. 8. Tendrás más energía y serás más optimista. 9. Fortalece nuestros vínculos. 10. Aumenta el sentido de pertenencia.

Nuestro mayor gozo es verlos crecer alegres, sanos y fuertes, con ideales y valores, con una disposición de superarse y de ayudar a los demás. Su fe y amor a Jesucristo mantiene vivo su espíritu y corazón. Ellos comprenden que la vida es un don precioso, que los demás son sus hermanos y que su entorno hay que cuidarlo. Los vemos madurar y también marchar por sí solos, tomando sus propias decisiones.

Así que, no dudes en ayudarme en esta tarea hermosa. Dios la quiere y la ama. Necesitamos que seas parte de ella. Apóyanos con lo que puedas y cuando lo quieras. Escríbeme, llámame. Dios te bendecirá. Oramos por ti. Muchas e infinitas gracias.