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OREMOS, TRASCENDIENDO E INNOVANDO

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 7 jun 2022
  • 2 Min. de lectura

Cada vez que surge un evento mundial en cualquier parte del mundo, impacta en el resto. Y lo hace de manera severa, muy dura para las poblaciones indefensas o en situaciones de pobreza. Los niveles de pobreza humana se han elevado a estándares nunca vistos de manera rápida. Al síndrome de la Pandemia le ha seguido el conflicto bélico ruso-ucraniano. El número de muertes crecen. Y crecerán no quizás por las bombas, sino por el hambre.

El desabastecimiento y encarecimiento abrupto, desigual e injusto en los precios de alimentos, electricidad, combustibles y gas, así como de otros artículos de primera necesidad y medicina pone en grave situación la desmejorada economía familiar.

Se me ocurren cinco reflexiones que más que preocupantes, podrían sugerir opciones o alternativas para bloquear esta avalancha.

1. No se deje influir negativamente por las noticias que recibimos a través de cualquier medio social. No todo es verdad. El clima de zozobra y desesperación es parte de las estrategias de grupos políticos y económicos maliciosos. Infórmese bien y sea juicioso.

2. Orar está muy bien. Pero hay que unir nuestras capacidades humanas que Dios nos dio para crear y trabajar de manera innovadora, creativa y productiva. No a base de la explotación e injusticias a las que estamos acostumbrados. Porque ahí está uno de los problemas del desarrollo y equilibrio socioeconómico. Por otro lado, la pésima costumbre y cultura de lo fácil, cómodo y mendicidad social a la que se ha acostumbrado la gente. San Pablo dice bien: "El que no trabaja, que no coma" (Tesalonicenses 3,10).

3. Aprovechar de manera inteligente las redes sociales para el beneficio de un servicio rápido, seguro, de calidad y confiable. La juventud ha caído en la trampa del gasto vacío enriqueciendo a las transnacionales de comunicación celular e internet, de la pérdida del tiempo y de una imaginación sin argumentos ni contenido que valga la pena para una vida madura y sostenida. Las redes sociales debieran promover la comunicación humana asertiva y respetuosa, el intercambio de ideas y pensamientos, una rica interculturización, el rescate de valores y principios que se han botado por un sistema educativo trasnochado, ideológico perversamente y desactualizado de contextos y avances tecnológicos y científicos. Posicionemos todo ello para el desarrollo de un pensamiento libre, ingenioso, respetuoso y tolerante. Una mentalidad crítica y constructiva.

4. Invertir para el crecimiento y desarrollo en condiciones de igualdad, progresividad y mejor calidad de vida. No por el principio de tener-tener, o de un enriquecimiento ilícito tan dañino para las familias y sociedad, acrecentando la brecha de clases ricas y élites en posición opuesta y radical, a grandes mayorías empobrecidas y desempleadas.

5. Trascender la temporalidad. Nada es para siempre. Nacer, educar, trabajar, invertir, desarrollar, inventar, solucionar... Son competencias humanas posibles, deseables. Porque nada está hecho. El futuro lo hacemos juntos, pero con una visión trascendente. No limitada. Somos nosotros los que establecemos los horizontes, los límites. Entonces, depongamos, dejemos atrás esa ambición perniciosa de poner controles y muros, establecer dominios económicos, expansionistas.

Tenemos mucho que cambiar. Por ello, además de orar, trascienda no acumule, innove y sea menos egoísta y más generosamente humano.

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