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ORA, CONFIA Y ESPERA

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 7 jun 2022
  • 3 Min. de lectura

Leyendo,. meditando y buscando maneras de cómo ayudar a algunas personas que atraviesan grandes pruebas en su vida y matrimonio, encontré estas reflexiones publicadas por yoryifg.

"Tenemos al alcance de la mano la inspiración más poderosa si queremos ser felices. Porque orar es acceder a las confidencias del mismo Dios, descifrando su amor y su alegría, en natural conversación de hijos necesitados, mostrándonos tal y como somos, exponiéndole dudas, sentimientos, llagas y miedos, o cada uno de los afectos que hacen posible el latido de nuestro a veces cansado corazón.

Lastimosamente, nos falta tantas veces voluntad y constancia, silencio y confianza. Nos vemos arrastrados por el torbellino descabellado de la ofuscación mundana, sin tiempo ni ganas -eso pensamos- para las cosas de Dios. “¿Ir a Misa?”, “¿Diez minutos de oración?”, “¡Imposible!”, decimos, mientras miramos reloj y buscamos cualquier excusa o justificación: “Me siento mal”, “Tengo que estudiar”, “Tengo un compromiso con un amigo, una cena o un compromiso familiar”. Nos sobran pretextos para no hacer tiempo y silencio en nuestra vida y poder acercarnos y escuchar a Dios. Nuestros caprichos asfixian nuestra fe, hacen demasiado ruido en nuestra vida.

Sé que es muy fácil escribirlo y no tanto vivirlo. Pero lo escribo a propósito, para aprender yo misma y recordarme de las maravillosas bendiciones y gracias que he recibido en mi oración.

La oración es querer escuchar y brillar, es voluntad y amor. La oración es querer ahondar en las almas, ir a la raíz de todo cuando nos sucede. No hay sabiduría mayor. Todo ello para que nuestro corazón sea cada vez más suyo. Nada para nosotros, todo para Él. Sin Dios hasta las cosas buenas nos trastornan y nos hacen perder el norte. Y cada uno -si somos sinceros- tenemos constancia de ello y más de alguna vez nos hemos diluido en lo intrascendente y trivial.

Es hora de recomenzar, de transformar el cansancio, la frustración, el rencor, la tristeza, el miedo, las dudas, la soberbia, el trabajo, las lágrimas y el dolor en el caudal de la más fértil oración. O lo que es lo mismo, en un trocito de cielo. Y de esta forma conseguir un descanso único que no encontraremos en nada más y dejemos de caminar con el corazón cansado y el alma simplemente anestesiada.

Muchos, en algún momento nos hemos sentido olvidados por Dios en nuestra oración, en ese espacio de silencio y de espera en el que parece que nada ocurre. Pero algo está germinando, es solo un sepulcro en el que yace la vida a punto de estallar, en el que la palabra espera para volver a ser proclamada con estruendo, es la esperanza que se esta cargando de luz para salir a brillar; es tu vida que se está preparando -sin que lo entiendas- para vivir lo que Dios esta a punto de decirte o de regalarte.

La oración así como hace mucho tiempo, todavía conserva el don de devolver la vista, el don de poder escuchar, el maravilloso don de comprobarnos en nuestra intimidad espiritual que Jesús sigue pasando a nuestro lado, sonriendo, tendiéndonos la luz de su voz y su infinito amor que nos hace descansar.

Es hora de recomenzar y dar un paso más hacia esa felicidad que encontramos en la intimidad que Jesús nos ofrece en la oración.

“Señor, enséñame a esperar. A creer en las promesas, en tus promesas. Enséñame a sentir que, aunque no lo vea, la nube oscura que cubre tantas realidades está a punto de avanzar para ver la luz del sol brillar. Señor, dame fe y voluntad para avanzar en este caminar.”

 
 
 

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