NO TE RINDAS, NO LO HAGAS

He visto de nuevo a gente enferma, con problemas crónicos que cuando en la cúspide de la Pandemia no enfermó. No se vacunó, y ahora, enfrenta el tormento de la enfermedad.

La enfermedad nos acompañará siempre y debemos adelantarnos a la tibieza de no tomar en serio la vida.

No hay que rendirse jamás, aunque todo está dado para rendirse. Aún, cuando un cáncer se haya decretado infalible. La vida no se traiciona, hay que disfrutarla cada segundo en medio del dolor y los malos augurios.

Una lección importante de estos dos años pasados es que somos responsables de la salud de los demás; unos de otros, en la medida que nos cuidemos y cuidamos a los otros. Estamos descuidándonos seriamente, no sólo por no usamos mascarilla que quizás no sea tan efectiva, pero sí de no contagiar si estamos enfermos, o no alimentarnos adecuadamente, no hacer ejercicios, no descansas lo suficiente y de adoptar una vida más positiva y creativa.

No te rindas en vivir una vida responsable y solidaria. No te rindas en ayudar al necesitado y de apoyar cuando te solicitan tu generosidad.

He visto la mano bondadosa de Dios y el poder de la oración. No como quienes bendicen de boca y maldicen con el corazón. Dios actúa cada día en la vida de cada hombre y mujer, no importa quien sea.

Por eso, soy de esos que no se rinden más que a la voluntad de Dios. Cada día, cada noche ruego con humildad al Señor para que su vida, su familia, su empleo, su empresa, sus proyectos y planes sean bendecidos. Que la enfermedad, el dolor, la tristeza quizás no se alejen, sino que usted sea cada vez más fuerte, más confiado, más lleno de esperanza y su fe sea capaz de mover montañas.

En el nombre de Dios Todopoderoso, rico en misericordia ilumine su preciosa vida y de los suyos. Cuente con mis plegarias sinceras.