NO SE DESPLOME

Luche por vivir, no tenga miedo al mañana. Ya el presente tiene los suficientes problemas que tal vez no se resuelvan.

No se desaliente. Vivimos tiempos de prueba para el espíritu humano.

Usted necesita ayuda espiritual. El mundo necesita una conversión profunda de los valores humanos.

Llevo en mi lista más de 50 personas amigas y conocidas que han fallecido, y una de las causas es la soledad espiritual.

Cuando el espíritu humano se rinde al dolor, al sufrimiento, a la soledad, a las pruebas de la vida... Empieza a desplomarse.

Qué hacer entonces para no caer bajo el peso de esa cruz?

Le comparto tres ejercicios de orden espiritual para mantener fuerte el espíritu humano:

1. Reconocer nuestra vulnerabilidad. Cómo humanos somos siempre vulnerables a toda clase de enfermedades, tentaciones, amenazas, miedos; a lo desconocido y a la impotencia.

Pero es, en esa vulnerabilidad que debemos hallar las fuerzas suficientes para continuar batallando.

No nos dejemos influenciar por los noticieros, comentarios, chismes y consejos nada buenos.

Frente a la vulnerabilidad, la fortaleza espiritual. Qué significa eso?

Es el espíritu humano lo que ha permitido al hombre sobrevivir a cualquier tempestad.

Para fortalecer ese espíritu hay tres actos:

* Desalojarlo de todo vicio y veneno que lo tenga prisionero y sometido.

** Devolverle su naturaleza, es decir, la capacidad de enfrentar las realidades del mundo con valor e inteligencia.

*** Nutrirlo, alimentarlo de valores profundamente humanos.

La fortaleza espiritual la adquirimos como fruto de la libertad humana que busca como "la cierva, las corrientes de agua", el deseo de Dios que anhela nuestra alma inmortal.

2. El poder de la oración. No tanto de las palabras, o de las muchas plegarias que privada o comunitariamente elevamos a Dios en estos días.

Recordemos a Jesús en los Evangelios, que siempre y muy posiblemente todos los días buscaba un lugar y un tiempo para orar al Padre. Nos enseñó a orar. No dijo cómo hacerlo.

Pero, comprendo que indudablemente en algún momento de nuestra vida, se no hará difícil seguir orando. Quedamos impedidos de alguna manera. Aún, en medio de esta terrible realidad, no queda más que abandonarnos a la misericordia de Dios. Y, las oraciones de la familia, amigos y demás creyentes constituyen una fuerza espiritual inmensa, poderosa.

No deje de orar. Hágalo, en todo momento. No hay que decir mucho, porque Dios ya sabe lo que diremos o pediremos ante que las palabras salgan de nuestros labios o se conjeturen en el pensamiento.

3. Ame a Dios y ámese a sí mismo con todas sus fuerzas.

Dios no lo abandona, aunque crea, piense o sienta que una gran soledad le invade. Así ocurre. La soledad, el silencio no son tan malos. Son tan sólo el puente que nos lleva al encuentro con Dios.

La mayoría de las personas enfrentan esta realidad con mucha angustia y miedo; otros, con alegría y esperanzas.

Hay que amar a Dios también en todo momento.

Y, si realmente nos amáramos a nosotros mismos, no existirían las barbaridades que hoy vemos.

Cómo amar a quien uno no ve? Es una pregunta que también los Apóstoles le hicieron a Jesús. Y Jesús, les respondió: "Quien me ve a mí, ve al Padre..." Y "si me amáis, también amáis al que me ha enviado".

Ya el apóstol Juan en su Evangelio y en sus Cartas Apostólicas da respuesta a esa pregunta. Les aconsejo leer estas obras bíblicas que le darán mucha fortaleza, paz y sosiego a su alma y a su espíritu.

Así, como el mismo Jesús dijo, se resume nuestra vida, el misterio salvífico.

Amar a Dios con todo lo que somos.

Pues, finalmente en ese amor que cada uno despliega desde dentro, nos mantendremos firmes como torre elevada, como roble robusto, como casa edificada, como luz y sal del mundo... Y no nos derrumbaremos tan fácilmente.