NO ES FÁCIL CUANDO EL DOLOR LLEGA A CASA
- estradasilvaj
- 29 nov 2022
- 2 Min. de lectura
Cuando recibí la noticia, sentí una gran pena. Los familiares y amigos estaban llorando por la pérdida del ser amado. Este año ha sido muy significativo para todos los seres humanos. No hay lugar en el mundo donde el dolor y el sufrimiento, donde la muerte no haya visitado.
Cada vez que recibía una noticia de alguien que sufría o fallecía, me acordaba de las palabras del apóstol Pablo a la comunidad de Tesalónica (4:13):
"Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él."
He aprendido a ser fuerte, pero no insensible. He aprendido a orar con gran confianza, y no temido a la soledad. Son importantes los gestos y las sinceras palabras en momentos de dolor. A veces, queremos estar solos. Es natural.
Me impresiona mucho cuando se me acercan los niños y me dicen lo que hacen para sentirse felices. Me buscan para pedirme un pedazo de pan o una fruta. Casi todas las veces me doy cuenta que sufren con sólo verles a sus ojos. En la mirada descubrimos lo que sucede dentro de cada uno.
Tenemos que darnos cuenta y aprender todo lo bueno que estos meses y semanas pasadas nos han enseñado para vivir de manera distinta, de forma mejor, sin miedo al otro, al que está enfermo o sufriendo.
Yo recurro casi todos días a personas y amigos para ayudar a muchos que no tienen nada. Siempre obtengo respuesta. Y con franqueza, les digo que sé que Dios mueve esos corazones. No importa si es poco o mucho lo que reciba.
Siempre cada uno de nosotros podemos ayudar a que muchos no sufran. Habrá gente que no es educada y agradecida, que quiere aprovecharse del mal ajeno. A esas personas debemos de echarlas fuera. Pero, no por ellas dejar de apoyar a pesar que también nosotros estemos necesitados.
El dolor y el sufrimiento es un gran maestro de la vida. Nos enseñan a valorar la vida, nuestros actos, a arrepentirnos, a despojarnos de lo poco que vale lo consideramos como lo más importante; nos enseñan a amar con sinceridad y aceptar el perdón y a perdonar... Nos enseñan que sin Dios, la muerte es el final.
No es fácil aceptar el dolor cuando llega a casa, a nuestras vidas una y otra vez.
Por favor, acepte mis plegarias por usted. Comprenda que amar es todo lo que nos queda, aún por encima de la fe.

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