MI VIEJA BIBLIA

Tiene mi edad y ha sido el tesoro de mis padres desde que la llevó a casa. Mi madre, fascinada por las historias y la vida del Señor. Siempre impresionada y fervorosa. Papá, creo la leyó completa más de cincuenta veces o mucho más. Era su obra predilecta. Siempre estaba en su habitación cuidada y amada.

Recuerdo que aprendí a conocer al Señor desde muy pequeño, cuando papá nos leía pasajes y acercándose Semana Santa y otras fiestas, esas historias se hacían realidad. Allí, Él se mostró a mi espíritu y empecé a conocerlo.

Sucedieron muchos acontecimientos que cambiaron mi vida. Y hoy, como casi todos los días, quiero orar por todos, hombres y mujeres, pequeños y grandes, jóvenes y ancianos, enfermos y sanos, ricos y pobres...

Orar desde y con mi vieja Biblia. Aunque ella es siempre joven. Si quiere unirse a mí, ponga su mano derecha en su Biblia o en su corazón, puede arrodillarse y ore de esta manera:

"Padre nuestro, amoroso Señor de la vida y de los tiempos. Tú conoces a cada uno por lo que es y hace. Bien sabes de nuestras flaquezas y expectativas, de nuestros sueños y ambiciones, de nuestra riqueza o pobreza, de nuestra soledad o felicidad. Lo sabes todo y respetas nuestras decisiones, sean acertadas, correctas, justas o no.

Te pido que nos abras el corazón y el entendimiento a tu Verdad. Nos hemos convertido en dioses y dictadores. Aún así, decimos y asistimos al templo o negamos tu existencia. Qué duros somos!

Danos tu Espíritu, el mismo que enviaste cuando tu Hijo nació, fue bautizado, acompañó en su misión y recibieron los Apóstoles en Pentecostés.

Creo en tu amor Padre y en la capacidad de volver a tu Casa arrepentido, pues sé que me esperas con los brazos abiertos.

No dejes que triunfe el mal y el pecado; danos fuerzas para combatirlo. Aléjanos de toda tentación que nos aleje de Ti.

Gracias, Señor, Padre nuestro, Padre de todos. Amén".