MI ORACIÓN ES PODEROSA

Estaba recitando el Salmo 85 en la noche, antes de rezar el Santo Rosario.

Y mientras leía, venían a mi mente todas los ataques furibundos en contra de sacerdotes, Obispos y templos católicos organizados por los enemigos de la Iglesia Católica.

Hace unos días atrás me he encontrado con esta clase de gente, que ha sido envenenada y repiten el mismo discurso rayado.

Hay mucha ambigüedad y torpeza en la forma que piensan que por esas maneras de hablar y de actuar como un vulgar delincuente, logran debilitar la fe y el amor a Cristo.

No le temo a las pruebas, ni a este ejército de ciegos y sordos.

Por eso, todas las noches no sólo oro por los cristianos perseguidos, sino por quienes nos persiguen.

Digo así:

"Padre bueno, lleno de misericordia. Prepara mis manos para la batalla y mís pies para mantenerme firme.

Mantén mi corazón entero, mi espíritu dispuesto al amor y al perdón; que el odio, la ira y la ignorancia caigan abatidas por tu luz magnífica.

Alienta y da valor a los cristianos. Abre los ojos y oídos de aquellos que caminan extraviados.

Que mis manos sanen y bendigan, no como las del opresor que compran, engañan y destruyen.

Que mi boca lleve consuelo y palabras misericordiosas, de tal manera, que todos encuentren la paz.

Protégeme Señor, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; el hijo de tu esclava.

Haz que mi oración sea poderosa, y sea capaz de convertir los corazones duros, en corazones de carne.

Cuando te invoco, tú me respondes. No tardas en llegar. Y lo que te pido, lo haces. Porque tú, sólo eres Dios, el único.

Mi fuerza y poder está en el Señor.

El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Amén"