MARÍA, LA MUJER DETRÁS DEL EVANGELIO
- estradasilvaj
- 8 jun 2022
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No decidía cómo titular este escrito, porque de la Madre de Jesús poco se habla en los Evangelios y mucho se ha escrito sobre ella. Y muchos hablan no bien de ella.
Todos los días la recuerdo y oro pidiendo su favor y bendición para muchos.
Una señora evangélica o protestante (cristiana) pegó en su muro una serie de frases que quitaban méritos a la Madre del Señor. Le respondí que no estaba de acuerdo con esas afirmaciones y que escribiría para aclarar las mentes y corazones.
Me he dado cuenta que me puede llevar muchas líneas, a lo que decidí reflexionar sobre tres aspectos quizás irreverentes, mientras voy avanzando en un estudio más bíblico.
Que se haya escrito casi nada en los Evangelios no significa que María no haya realizado un papel importante en la historia salvífica. Mas bien, pienso y creo que su obra como la "mujer detrás de los Evangelios" continúa y continuará viva.
Estamos acostumbrados a una figura muy mística y demasiado religiosa de María. Unos, la consideran una mujer bienaventurada por haber sido el receptáculo de la divinidad, otros la revestimos de una serie de títulos, honores y delicadas expresiones que hacemos de ella casi una diosa.
Siempre me hace pensar mucho aquel momento en que María (madre) y sus hermanos (de Jesús) mientras se acercaban a Él para hablarle, uno de los que estaban allí dijo al Galileo que lo buscaban. Jesús respondió de esta manera:
"Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre." (Mateo 12:49-50)
Nos pareciera al gesto inapropiado por parte de Jesús. Pero no es así. Cómo lo entiendo yo? Así comienzo mi primera reflexión.
1. María discrepaba con Jesús, su hijo, en algunos enfoques de sus mensajes. Quizás no en el contenido. No lo creo. Por qué? María era judía como los discípulos y muchos que seguían a Jesús. Los judíos esperaban un Mesías, un gran líder que liberaría al pueblo del yugo romano. María era una mujer sencilla, pero inteligente. También cuestionaba, aprendía, transformaba su mentalidad.
Imaginemos en aquel entonces como ahora, la dominación del hombre sobre la mujer. Dice Lucas en su Evangelio que ella guardaba "todas esas cosas y las meditaba en su corazón" (2:19). Tampoco se quedaba callada e indiferente. Actuaba. Veía a su hijo obrar maravillas, hablar de un Reino, del amor y la misericordia, de las pruebas a las que sería sometido antes de su muerte, y de un sinnúmero de "cosas" que custodiaba en el fondo de su corazón.
Por eso, he titulado estás primeras reflexiones como "María, la mujer detrás del Evangelio". Sin duda alguna, ella estaría presenté cuando en la Sinagoga, lo vio leer las palabras proféticas de Isaías (Lucas 4:18), dando cumpliendo a la misión de Jesús en la tierra, en ese pueblo concreto y en una época no tan diferente como la nuestra.
He dicho "discrepaba" con Jesús. Me imagino que iba a opinar algo al respecto de lo que se hablaba o a comunicarle o solicitarle alguna ayuda. No lo sé. Sin embargo, Jesús se adelanta con esa respuesta que la detiene.
María nos enseña en esta ocasión que las causas no son siempre fines. Que Dios tiene un plan ya establecido desde el Principio, pero que es necesario que participemos en su realización. No a nuestra manera, si no a Su manera. Y Jesús les vivía recordando de forma sencilla a la gente de qué trataba dicho plan de Dios, su Padre. No era ese Mesías que todos pensaban.
2. María es el modelo de la mujer que siempre escucha, reflexiona, no olvida y que actúa en el momento que considera oportuno. Como mujer estaba dotada del maravilloso instinto de la intuición, que a muchos hombres nos falta.
Me imagino que ella estaba siempre rodeada de otras mujeres que seguían a Jesús, que reflexionan acerca de las palabras y hechos realizados por su hijo. Ella estaba sujeta a una presión y quizás también, tuvo que ocultarse frente a las amenazas y peligros a los que si hijo se vio expuesto.
Yo encuentro en ella, a esa mujer inteligente, sabia, intuitiva y que busca el silencio para meditar lo ocurrido. Es por ello, que no dejo de acudir a ella porque sé que como madre, me comprenderá y sabrá ayudarme. No es porque dude de Jesús. Sé muy bien que es por Jesús que voy al Padre. Recuerdo bien que de niño cuando quería pedirle algo a mi papá, se lo decía antes a mamá y le solicitaba me ayudara a conseguirlo. Y lo lograba.
3. María es también el prototipo de la mujer orante. Quizás estuvo presente cuando Jesús les enseñó a los discípulos a orar con el Padrenuestro. Sí no, los había escuchado y aprendió. Ella sabía muchas cosas de su hijo. Como toda madre.
La oracion no es propiedad del Cristianismo, todas las religiones lo hacen a su manera desde mucho tiempo atrás.
Pero María, que sabía escuchar atentamente y meditar con profundidad la Palabra viva, nos invita cada día a qué nuestra oración no sea vacía. No sea un montón de palabras y frases, promesas o quejas.
Es una actitud abierta a la Palabra de Dios, a su Voluntad que quiere entrar en nuestra vida y transformarla. Sacar todo aquello que nos aleja del amor de Dios y de su justicia. O sea, una vida llena de misericordia para con los demás, también hermanos nuestros.
Siempre llevo conmigo el recuerdo vivo de mi mamá hasta el último día de mi vida. Igual hago con María, la Madre del Hijo de Dios. La llevo conmigo muy de cerca y me siento muy amado y protegido.
Ella nos enseña a ser buen hijo toda la vida, para ser buen padre, buen esposo, buen hermano y buen abuelo.




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