LÁGRIMAS EN EL CIELO

Un amigo me dijo que era muy optimista, que los hechos se imponían y que había que aceptarlos. Me decepcionó su punto de vista.

Todos tenemos momentos dolorosos en la vida, y a veces, dramáticos uno tras otro. Sentimos que la vida está contra uno y que Dios no estaba cuando lo necesitaba.

He visto sufrir a muchas personas. Tanto dolor que sus vidas cambiaron, quizás para siempre.

Estamos acostumbrados a contraponer los sentimientos e ideas. Frente al amor, el odio; la paz y la guerra, la salud y la enfermedad, el día y la noche, la libertad y la esclavitud... Un lado u otro, siempre en un extremo.

No necesariamente debería ocurrir así. Y no hablo de términos medios o ambiguos, o mediáticos. Sino, de estar del lado siempre del bien. Porque el mal está ahí, al acecho. La tentación, a nuestro lado. El mentiroso y deshonesto, en cualquier parte que vayamos.

Ellos nos llenan el clima de mentiras y engaños, y trafican con nuestro sufrimiento, muerte y más allá.

Por eso, desde la perspectiva de Jesús, soy un optimista. Creo plenamente en el bien y el amor, la justicia y la paz... Ya lo dijo en Mateo 5: Bienaventurados... Allá en la cima de una colina ante miles que le seguían.

Porque este mundo es más de lo que nuestros ojos ven, nuestros oídos oyen y nuestras manos palpan.

Y a quienes ahora están sufriendo, no pierdan las esperanzas. Porque si tú lloras, Él también llora a tu lado. Y no dejará que su alma se pierda en la nada.

No hay lágrima sufrida que no esté en el Cielo.