LUCHANDO POR UN MUNDO CRISTIANO
- estradasilvaj
- 7 jun 2022
- 4 Min. de lectura
Quisiera leer y ver toda la información posible que se filtra por las redes sociales y medios de comunicación acerca de los acontecimientos tan terribles en Europa, pero francamente es mucha y no me da tiempo de hacerlo.
He opinando como tres o cuatro veces en mi muro al respecto de lo de Europa. Quiero esta vez anotar tres reflexiones que pienso que muchos ya la saben quizás y debiera preocuparnos, mas bien, el exigir a nuestros gobiernos actúen en favor de una población cada vez en condiciones de vida deplorables.
1. Nos enfrentamos al recrudecimiento de la calidad de vida de todos los seres humanos, y los países con economías dependientes, que importan más que exportan o producen, están en grave posición. Esto indudablemente está golpeando a la sobrevivencia de las familias. Familias de hecho que tienen miembros sin empleo, con bajos ingresos, deudas, enfermos y con una esperanza de vida que se recorta. A eso, le sumamos la explosiva emigración hacia países de la región y hacia la frontera de los Estados Unidos de América. Un camino que sabemos es evidentemente peligroso por la delincuencia organizada y los abusos de autoridad. Cada día aparecen en las noticias muertes y desapariciones.
Los gobiernos debieran modificar sus políticas en favor de toda la población, protegiendo el consumo de los indispensables recursos para la sobrevivencia; frenar las alzas y mantener un control efectivo y desistir de esos programas ineficaces que promueven la dependencia social y no la innovación y puestos de trabajo productivos con salarios justos. Todo indica que los mal llamados políticos y legisladores continúan en el terreno de la corrupción, malversación y enriquecimiento ilícito.
Por otro lado, las políticas de préstamos internacionales debieran reorientarse y ser más eficaces. El dinero flota como aceite en el agua y no baja a la profundidad de la pobreza y al desarrollo humano de los pueblos. La gente sigue aficionada a la limosna y a la pereza hambrienta. Es una vergüenza.
2. Indiferencia versus solidaridad humana. Fácilmente nos acostumbramos a vivir en los problemas, aunque no sean nuestros, y nos volvemos insensibles. Los acontecimientos actuales en la vieja Europa están repercutiendo seriamente en nuestras vidas. No podemos permanecer indiferentes, fríos e inmóviles. Estamos en medio de oleadas tras oleadas sin precedentes que ponen en riesgo el futuro de las incipientes y jóvenes generaciones. Ya por sí, está ahogándose en las turbulencias de las redes sociales que trasiegan cualquier cosa, menos valores, principios, propuestas, aliento e iniciativas para nuestros jóvenes. Es abrumante y apenas se ven y leen nuevos y creativos dinamismos que ayuden a los problemas que enfrentamos y enfrentaremos dramáticamente si no actuamos consecuentemente.
El peso de la solidaridad es urgente y un imperativo moral. No podemos dejar que la familia y la sociedad se desmorone bajo el peso del hambre, el desempleo, la violencia, la corrupción y no sé cuantos más amenazas que aparecen cada día. Una solidaridad fraterna y humana. Hace unos años atrás se hablaba de una #fraternidad #universal en documentos del Papa Francisco y de otras Organizaciones o grandes figuras mundiales. Los acontecimientos en Europa que se han extendido como virus en un bloqueo agresivo a Rusia por la invasión criminal a la población ucraniana ha tirado por el suelo ese discurso.
Cierto es, que la solidaridad y fraternidad empieza en casa. Pasando de prédicas y bonitos sermones y conferencias a dictámenes legislativos y acciones reales que fomenten el respeto, la libertad y la iniciativa de hombres y mujeres sin discriminación de ninguna clase. Sin ello, solo veremos tapa agujeros que no ayudarán en mucho.
3. Unidos como Iglesia hacia la paz duradera. Me ha impresionado la solidez, unidad y amor de la Iglesia Greco Católica Ortodoxa de Ucrania hacia su pueblo. Valientes y amantes de su tierra. La Iglesia Católica en América Latina ha perdido ese ejemplar testimonio. Hay algunos presbíteros y Obispos que se mantienen en esta línea ucraniana. Ahora, es muy poca unida y poco valiente. Rehúye al martirio, mientras muchos jóvenes hombres y mujeres han dado su vida o permanecen bajo el asedio y encarcelados. Tal vez no por su fe en Cristo, pero por los valores del Reino de Dios.
El camino de un pueblo creyente lo va encabezando su Obispo, su Pastor. Pero vivimos dentro de un desorden espiritual. A quien se le ocurra funda un grupo y hacen un "culto". En tiempos de los Apóstoles de Cristo también sucedieron estas cosas y no han dejado de ocurrir. Lo importante debe ser que la reunión de uno o más hombres y mujeres que se confiesan cristianos, vaya a la profundidad del Mensaje de Jesús. No es una sesión cualquiera. Es entrar en contacto con la Palabra de Dios, escuchar su voz, meditarla en comunidad y poner por práctica el mensaje que aflora de Dios mismo en nuestros corazones y pensamientos.
Qué va sostener a la Iglesia en Rusia y en Ucrania, en Europa, Y me refiero a la Iglesia como el Pueblo de Dios: Su unidad como hermanos, su perseverancia en la oración, su fortalecimiento en la fe que Cristo Reinará por encima de la guerra y el odio.
Creo que Dios nos está hablando a todos diciéndonos que HAGAMOS AL MUNDO MÁS CRISTIANO, y eso quiere decir: MÁS HUMANO. No nos dejemos deshumanizar por estos siniestros sociales, pero también por la voracidad de la violencia social, intrafamiliar, violencia hacia las mujeres y grupos étnicos y minoritarios. Por las nuevas y condenables tiranías y oligarquías. Tenemos un combate abierto contra toda especie de mal. Ese que se va fraguando en nuestros corazones y cabezas. Ese que se negocia con dinero sucio y la ambición de los grandes ricos y sinvergüenzas que tenemos sentados en las presidencias y parlamentos...
Termino con este texto:
"Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud." (Gálatas 5,1)



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