LOS ZAPATOS VIEJOS

Estaban ya viejos y cansados. Y tenían razón, pues había sido una jornada larga y dura. Todos los días desde temprano hasta ya noche, sin descanso. Bajo sol o lluvia, por caminos buenos y malos.

Siempre fiel.

Nos pasa casi siempre. El trabajo nos secuestra la vida. Desde tempranas horas muy limpios y decentes, pero hay días que regreso a casa maltrecho y con un peso en los tobillos inaguantable. Eso sí, contento y satisfecho. No me gusta llegar a casa triste y sin metas cumplidas.

Caminar y caminar es de todos los días. Hay quienes van en bici, moto, bus, tren, avión o carro. Y también a caballo o hasta en patines. Lo importante es llegar a tiempo.

La fidelidad y resistencia es lo mío. Aunque tenga que aguantar mucho peso o malos olores. Pero siempre estoy dispuesto a ser un buen compañero de camino.

Todos los días me encuentro con otros zapatos, de sencillos hasta muy elegantes, pálidos y brillosos, bajos o altivos, bonitos y raros, limpios y sucios...de todo se ve en la calle.

Ya han transcurrido doce meses y mi dueño está contento y agradecido, aunque ha veces me tiraba y quedaba sucio y maloliente debajo de la cama. Me siento gastado y me preguntó cómo pude aguantar tanto. Hay otros que no duran mucho. Se ha comprado otros nuevos zapatos. Y lo entiendo. Todos tenemos una misión y ya cumplida, no queda más que jubilarse. Aunque sucede que caes de nuevo en otros pies y tras unos ajustes y remaches, sigues batallando. Lo mío es caminar y de frente. Aunque tenga que correr.

He aprendido mucho y también compartido buenos y malos ratos. Y me quedo callado. Descanso un poco y sigo adelante. Y entiendo que hay que dar lugar a lo nuevo. No me asusta porque lo importante es haber cumplido la misión a conciencia y agradeciendo cada día.

Feliz y bienvenido Año Nuevo!