LIBERANDO NUESTRO INTERIOR

La mayoría de las enfermedades tienen sus raíces en la salud interior.

Fácilmente nos dejamos llevar por lo exterior, lo que nos hacer ver mejor, porque creemos que el hecho de vernos arreglados, bien vestidos, de buena presentación dirá lo mejor de uno. No es así.

Posiblemente, nos haga sentir tranquilos y agradables con uno mismo, pero nadie sabe cómo estamos viviendo por dentro, en el alma. Si nuestro espíritu es fuerte o está rendido.

Hay que cuidar nuestro cuerpo y mantenerlo en buena forma y saludable. Pero es aún más importante cuidar nuestra salud interior.

Quiero compartirles algunas ideas que podría ayudar a llevar una vida saludable por dentro y por fuera.

1. La sobriedad. Tenemos una tendencia natural de satisfacer nuestros impulsos y deseos de todos los sentidos. Saber manejarlos de tal manera que beneficien la salud corporal, mental y emocional es muy importante.

"Sed sobrios", nos dice san Pedro. Todo exceso acarrea gravedad y nos exponen a muchas tentaciones que luego nos arrepentimos.

2. La paz interior. Qué importante y necesaria es. Casi siempre su ausencia nos conducen por malos caminos y decisiones en la vida.

¿Cómo adquirir la paz interior? Con la sinceridad del corazón y el recto obrar. Nuestros pensamientos deben alumbrar nuestras acciones y no nublarlas o llenarlas del hollín que ennegrece el alma.

La oración diaria, en privado, contribuye a liberarnos de estas turbulentas nubes que atentan nuestra paz interior.

3. La generosidad. Es posible que pensemos que dar una limosna, donación, ayuda... A una persona, iglesia, misión... Es suficiente. No siempre.

Ser generosos no basta con dar, sino con otros actos personales, familiares o comunitarios como, la oración, la acción de gracias, las palabras de ánimo, el apoyo comunitario e incluso familiar. Todo eso va unido. Porque si no lo fuera, es sólo un acto exterior bueno, pero que a los ojos de Dios no es suficiente. No redime, no libera, quizás no va al fondo.

Por ejemplo, cuando recibo una donación le pido antes a la persona su disposición sincera, invoco a su libertad, le solicito sus oraciones, su acompañamiento espiritual... Cuando recibo la ayuda, le digo que la considero una "bendición".

Porque sé que aquella persona ha hecho un gran sacrificio, ellos se han limitado en sus gastos para compartirlos con nosotros. Y eso es un acto hermoso que sólo viene del corazón.

Ser generosos es un acto de amor, de desprendimiento limpio y auténtico.

Recordemos lo que dice Jesús: "que quien lo hace en secreto..."

4. El arrepentimiento. Es fundamental para una vida larga, feliz y pacífica. Ciertamente, quien reconoce sus faltas, se arrepiente, se disculpa o perdona, se libera.

Practique a diario este ejercicio y sentirá una gran liberación de su alma, una limpieza de su vida interior.

5. Aumente su fe en el Señor. Sí, pida a diario que la luz del Espíritu Santo lo ayude a renovar su vida. Porque en la medida que lo sea, será más sano y fuerte.

Cuente con mis plegarias por usted. Aproveche esta Cuaresma para convertirse en un cristiano de primera línea, un discípulo del Maestro. Dios lo bendiga.