LEJOS DE LAS SOMBRAS

Hay gente que prefiere permanecer en las tinieblas del error y del pecado, que buscar la luz de la verdad y la justicia.

La gente se hace su propio pánico, su propio miedo.

He sido testigo de la insensatez e ignorancia de gente que no comprende el valor de la vida humana, y de manera grotesca y burlona hacen mofa de una amenaza real a la sobrevivencia de miles de personas y familias. Pero la gente es ciega y por unos míseros granos como borregos van tras el asno.

Es CUARESMA, un tiempo que ya se va agotando. Puede ocurrir cualquier evento terrible o bueno en el mundo, en tu país, en tu familia. Y es donde debemos dar prueba de nuestra fe, de nuestras esperanzas, de nuestras fortalezas humanas.

Me gustaría brindar algunas breves recomendaciones cuando nuestra región está amenazada, al igual que muchas otras, por una enfermedad que podemos controlar cada uno sin la ayuda de los gobiernos.

1. No es un castigo divino, ni el anuncio del fin del mundo. No lo es, no lo crea.

Esos virus siempre han convivido con el hombre y mutan, y muchas veces nosotros creamos las condiciones ideales para que ellos se activen y se vuelvan en contra de nuestras vidas de manera letal.

Pueden aparecer en cualquier parte, y lo harán cuando les demos las condiciones que ellos necesitan.

Por lo tanto, la forma de vida, costumbres, cultura social, hábitos de salud personal, familiar y comunitaria son importantes cuidarlos.

La primera enseñanza es que mientras los seres humanos sigamos malgastando el don de la vida en formas tan deprimentes, vulgares, cochinas e inmersas en el desorden y la inmoralidad, ellos (virus, bacterias, gérmenes...) estarán a la orden de provocar una mortandad.

2. Los negociantes grandes y pequeños. Me han indignado ver filas de gente sin escrúpulos comprando galones de cloro, alcohol en gel, mascarillas... Para luego revender a un valor de explotación. Es condenable e inmoral.

Así ocurrió en todas partes con el H1N1 y otras amenazas. Hay que estar claros que siempre viviremos bajo estas amenazas, a menos que erradiquemos la pobreza social y sepamos administrar los consumos de alimentos y despilfarros; de imponer leyes y sanciones por el bienestar de la Madre Tierra y de NO colocar a desquiciados al frente de gobiernos e instituciones públicas. Hay que hacer muchos cambios por todas partes. Pero el más importante, es nuestra pobre mentalidad.

Proteja su familia y comunidad, hay recursos naturales que puede utilizar y no necesariamente médicos, salvo en casos extremos y graves. No se deje extorsionar por esos que se que aprovechan siempre mal ajeno.

3. Fe y enfermedad. Yo le puedo decir con franqueza que quien vive unido a Cristo, no padece, a menos que sea insensato y descuidado. No tenga miedo de ir a la iglesia y orar y comulgar de la mano del sacerdote.

En la casa donde poso, todos han estado enfermos de gripes, tos y resfriado y con niños graves. Yo tomo mis precausiones y les recomiendo opciones. Pero son cabeza dura como mucha gente que hasta no ver al hijo grave, muy grave están en aflicción. Insensatos, sordos!

Tengo un niño grave por otra enfermedad inexplicable, y a diario tengo contacto con niños, jóvenes y adultos. Todo mis precauciones, pero no les dejo sentir que están contagiados porque no lo están. Ellos necesitan cariño, afecto, ayuda, comprensión y acompañamiento. Eso es cristiano.

Nuestra fe cristiana nos enseña que debemos de acoger a quien sufre y está enfermo. No cerrar la puerta ni tratarlo con un leproso.

4. Todo pasa. Y lo será en la medida que seamos responsables y disciplinados. El virus no es estúpido. Se apodera del débil y de aquel que piensa que es infalible, inmortal. Qué tonto!

Tome las precauciones, siempre haya no virus o cualquier amenaza a nuestra salud. Adopte para siempre usted y sus hijos las recomendaciones higiénicas, porque somos muy asquerosos al comer en la calle con las manos sucias.

Si a las autoridades públicas no les importa, eso no quita que usted actúe inteligentemente, a ellos les falta mucho de eso.

* Dios nos ama y está al pendiente de cada uno. Y usted de él? * Componga su vida y familia, si acaso le importa y ama. * Practique la caridad y ayude al enfermo, no se contagiará. Usted está protegido. * Ore por los enfermos y fallecidos y se unirá a su dolor.

Recuerde que Cristo con su sangre pagó la cuota de nuestra salvación con su muerte cruenta en la cruz.

Oh, gloriosa muerte! No temamos, sigamos derrotando los males y enfermedades. Porque no somos de las sombras, somos hijos de la luz divina.