LECHE Y PAN... TE NECESITO
- estradasilvaj
- 29 abr
- 3 Min. de lectura
Al salir hoy del supermercado, realizando unas compras de leche y cereales para los niños, un hombre salió a mi paso y me pidió que le ayudara con sus hijos. Aquel hombre expresaba en sus ojos su desesperanza y creí en sus palabras entrecortadas y llenas de pena. Entonces, decidí darle una bolsa de leche y una bolsa de cereales. Sus ojos se llenaron de gratitud y salió de prisa.
En esos momentos, sentí una profunda alegría por él y sus niños. Pues no dudaba de la sinceridad y necesidad de aquel pobre, padre que se le veía muy afligido. Era una tarde muy soleada. Regresé de nuevo al lugar de compras para recuperar la leche y cereales que ya había comprometido llevar ese día a una familia.
De vuelta al caer la tarde, me detuve en una parada de buses porque me sentía cansado de caminar. Veía pasar los buses llenos de pasajeros, cargados de compras como si fueran a viajar lejos o a celebrar en sus hogares. Ciertamente, se preparaban para algún viaje familiar a las playas o los pueblos en visita de algún familiar.
Mientras veía subir y bajar a los pasajeros, reflexionaba acerca del significado que para estas personas tenía los días santos que se acercaban. Me daba la impresión que eran muy pocos los que francamente dedicarían tiempo a participar en las ceremonias religiosas que ocurrirían dentro de los templos, pues había una prohibición de realizar procesiones o ceremonias fuera de las iglesias católicas.
Llevamos ya mucho tiempo, casi agotados de luchar por mantener a salvo a las familias en medio de muchas vicisitudes por las que la mayoría atraviesa. Sin embargo, veo con gran esperanza a muchas familias que luchan, trabajan, no se rinden, se mantienen firmes. A veces, cuesta ser solidario, compartir lo mínimo.
Durante los dos encuentros que realizamos con los niños y jóvenes, dimos una central importancia a la solidaridad, a la caridad. Porque no se puede hablar de amor a Dios, si uno no comparte con el prójimo necesitado. Desde en casa, en la calle. Es muy fácil dar cuando todos ven, pero es más importante para Dios cuando lo hacemos en silencio, de todo corazón.
Para ellos es apenas una semilla en su corazón y que tendré que continuar alimentando. Las niñas y adolescentes enfrentan un clima hostil como mujeres, en sus hogares, muchas veces en el colegio y en la calle. Casi a diario, pienso y oro por ellas, porque sé que viven en su interior un mar agitado. Sólo Cristo nos puede ayudar.
Hay mucho qué hacer. Tengo a los niños y niñas, a los adolescentes y jóvenes muy dispersos porque provienen de varios barrios. Estamos trabajando para que los mayores asuman un papel apostólico con los más pequeños, porque uno no puede hacerlo todo. Tengo que reconocer que los otros grupos cristianos no católicos notan el liderazgo de estos jóvenes y buscan cómo reclutarlos en sus filas. Yo les he dicho que cada uno es responsable de cuidar y de vigilar su fe. Jesucristo es primero siempre. A veces, se desalientan en las parroquias porque no se les da la atención y apoyo que ellos esperan, se desaniman y caen entonces, en las redes de estos grupos evangélicos. Tengo entonces que, cuidar del rebaño para que se mantengan fiel a Cristo, no a un sacerdote o a un pastor.
La Pascua, es un inicio, un nuevo comienzo, diferente. Marca otro punto de partida desde Cristo Resucitado. Es en esta empresa, que comenzamos un nuevo proceso para que estos niños y jóvenes que crecen y maduran cada día, mantengan viva la llama del espíritu y su fe en Cristo, con una mentalidad abierta pero serena y fiel al Evangelio; un corazón sensible y generoso al llamado apostólico; una vida humana sincera, transparente y madura, sensata y cimentada en valores humanos y cristianos.
En esta empresa, he empeñado mi vida, el resto de mi vida con alegría y gratitud. Y, aunque sabemos que "no sólo de pan vive el hombre", hoy en día ambos son muy necesarios.




Comentarios