LA TORMENTA DE INVIERNO
- estradasilvaj
- 19 may 2021
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Los días pasaban bajo el sol ardiente de aquel verano que ya había terminado y las noches sumergidas bajo los fantasmas de los inicuos que llenaban de terror a los inocentes. El pulso marchaba acelerado por la tortura y el castigo que aquellos hombres recibían de sus verdugos. Permanecían unidos y valerosos mientras eran sometidos a crueles represalias. El miedo estaba armado de hierro y bayonetas que amenazaban con crueldad aquellos recluidos cuyos soles y lunas transitaban en hediondas, oscuras y pútridas celdas, como las almas de los carniceros de El Carmen. Eran más de trecientos fieros secuaces que como una alambrada de fauces sedientas de sangre cercaba aquel sitio inundado de almas libres. Aquellos iracundos lanzaron fuego de metralla, gases y salvajes golpes de mazos sobre los cautivos que gritaban: libertad!, patria libre! La patria fue otra vez herida, mortalmente cayó al suelo uno de sus hijos. La tormenta de invierno llegó a la ciudad para sacudir al pueblo que vivía atemorizado bajo la tizona del bárbaro. Ellos son pocos, nosotros más que muchos, casi todos somos uno. Dónde ha quedado el valor y el coraje? Basta un puño, basta un grito... Basta ya de odio y sangre que a los mares agita y cierra los caminos a los plácidos llanos. El niño va con desconsuelo a la escuela al despuntar la mañana, el joven y adolescente ocultan sus sueños entre los escombros de la mentira. Las letras se hicieron amenaza y el silencio, dolor. El Cristo permanece clavado en el madero, el cura atado al ábside del altar y el Obispo fiel a su redil, ya marchó muy lejos. Pueblo mío, hijo mío, hermano mío que triste desconcierto. "Recuerde el alma dormida avive el seso e despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer; cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor. Pues si vemos lo presente cómo en un punto se es ido e acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo non venido por pasado. Nuestras vidas son los ríos que van a dar al mar, que es el morir; allí van los señoríos derechos a se acabar e consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos e más chicos; i llegados, son iguales los que viven por sus manos e los ricos". ('Coplas a mi padre muerto', Jorge Manrique) Aquella tormenta de invierno empezó a convertirse en una borrasca que inundó los mares y borró aquel camino oscuro de los malvados hombres del régimen hostil. No hallaron más salida que la rendición o huir despavoridos como zorros asustados por el cazador. Bro George





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