LA SEÑAL DE MIL AÑOS
- estradasilvaj
- 16 may
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Cuéntase que hace mil años, en una época llena de guerras y enfermedades, de hombres viles y tiranos apareció una señal en los cielos.
Cada quien se imaginaba y decía cualquier cosa. Casi todos veían un presagio maligno, un castigo por los males infligidos en aquellas tierras llenas de odio y sangre.
Los mares estaban casi quietos, los veranos se alargaron y las aves cruzaban los aires como queriendo escapar.
Los vientos se habían calmado, los bosques callaron y los volcanes rugían.
Las ciudades y pueblos cerraron sus puertas y el dolor recorría las calles como una oscura tiniebla. Se había paralizado el corazón del mundo.
El hambre hizo presa a cientos, y los cementerios se hicieron montañas y largas estepas llenas de cruces.
Cuando todo parecía ya perdido, los ríos y fuentes volvieron a nacer. Los mares cobraron vida y las tierras lejanas frutos y ricas viandas. Los collados y sabanas se llenaron de verdor y flores abundantes.
Cuando la fe y la esperanza de los hombres se había ya perdido y olvidado.
Cuando el amor cautivo del miedo y batallado por el odio de los infieles yacía atribulado en el corazón humano.
Cuando nadie ya soñaba en mañanas, y las noches eran pesadillas.
Cuando la juventud se había perdido para siempre y los viejos ya desaparecidos, surgió la alegría en los vientos fríos del norte.
Y salieron de sus casas, y buscaron comenzar de nuevo. Los de corazón fuerte y magnánimo soportaron.
Volvieron sus ojos al cielo, y no olvidaron nunca más la profecía de mil años.
"Y apareció una gran señal en el cielo: una mujer vestida de sol...". (Apocalipsis 12:1)
Habiendo reconciliado sus almas, llegó entonces el Hijo y todo se hizo nuevo.




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