LA SEDUCTORA
- estradasilvaj
- 11 jul 2022
- 2 Min. de lectura
No recuerdo su nombre, nunca lo pregunté. Sus bellos ojos me cegaron tanto que perdí la noción de todo.
Ocurrió hace ya muchos años, en unas de las calles de Los Ángeles. Cerca de las once de la noche de un otoño frío.
Se encontraba a unos veinte pasos bajo un faro que la iluminaba suavemente. Su rostro acanelado hacía que sus ojos brillarán como una estela en el firmamento azul.
Aquel rostro angelical, limpio, desprendía una pureza que entibiaba la piel en aquella calle fría. Estaba sin voz, sin palabras que decir. Mis ojos quedaron prendidos como una pieza fundida.
A distancia tan corta, sentía tan largo el trecho entre ella y yo.
No supe en que momento la perdí. No la volví a ver.
Qué seducción fue aquella. Tan intensa y tan fugaz. No hubo tiempo para pensar ni para sentir.
Ya de regreso en el hotel, subí a la habitación y sentado en el sillón aquella imagen femenina no salía de mis ojos, aún cerrados, navegaba en mis sueños como una barca llevada por el viento.
No estaba acostumbrado a aquella sensación tan extraña que aprisionó mis pensamientos. Era tan novedoso como el primer amor de juventud, tan profundo como un abrazo que no te deja escapar.
La seducción. Siempre está allí. Siempre eres la presa. Difícil de escapar.
El tiempo pasó. Y comprendí que no es lo mismo la seducción que la tentación.
Todos los días lucho contra la tentación y me ha enseñado a convivir con ella sin caer en sus brazos. Uno puede resistir a la tentación, otras veces uno se deja atrapar por ella.
En cambio, la seducción es como un elixir que poco a poco te envuelve. Ella es fugaz e intensa. La tentación, atrevida y violenta.
Al hombre le gusta más la tentación que la seducción. Es por ello que cae una y otra vez.
Creo que el amor es seductor. Te va llevando entre sus labios a lo profundo de su ser. Por eso amar requiere tiempo y paciencia. Hay quienes piensan que amar es poseer y desnudarse en el placer que se fuga entre las carnes. No es tanto así. Las pasiones se apropian del amor perfecto y quedas con la sensación de una piel que se va adormeciendo.
La seducción te llena de imaginaciones. La tentación de falsos deseos.
Qué seductora noche fue aquella, que hasta hoy su mirada no he podido borrar de mis recuerdos.




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