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LA PROSPERIDAD

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 3 ago 2022
  • 3 Min. de lectura

La vida humana está hecha para la prosperidad, para ser vivida con salud y alegría. Pero nos olvidamos de ello y nos dejamos cautivar por todo aquello que no es sano, justo y verdadero.

Muchos piensan que la prosperidad tiene como fin el dinero y la riqueza, las ambiciones y el poder, los placeres y las aventuras. Viven así y finalmente sus vidas terminan enfermos, pobres y olvidados.

Iniciamos un nuevo mes y nuestra actitud debiera expresar:

Agradecimiento por el tiempo vivido, logros alcanzados y metas por cumplir.

Esperanzas de que nuestra vida sea mejor y saludable para servir a los demás, que los logros contribuyan a que otros sean mejores y saludables y que las metas no cumplidas alcancen su altura.

El apóstol Juan nos recuerda en su tercera Epístola: "Amado, ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud." (1:2)

La buena prosperidad nace y crece desde el interior de ser humano. Si piensas que eres próspero porque ganas más ingresos cada día, o los malgastarás y te quedarás sin nada, o los guardarás en el banco acumulando, o lo invertirás para obtener más ganancias. No es prosperidad.

En el contexto que hace Jesús del Reino de los Cielos nos cuenta aquella parábola de los talentos (Mateo 25:14-30) que nos narra que el dueño de una finca antes de salir de viaje les entrega una determinada cantidad de dinero a tres de sus siervos y a su regreso pide cuentas del uso que cada hizo.

La prosperidad es también hacer buen uso de los talentos que Dios ha dado a cada uno y está en cada persona la decisión de desarrollarlos, de hacerlos fructificar y darles buen uso.

No es cierto que muchos no tienen nada. He visto cómo jóvenes emprendedores, campesinos esforzados, hombres y mujeres laboriosos, gracias a su propio esfuerzo y responsabilidad han alcanzado grandes méritos y condiciones de vida óptimas.

Hay que abrir los ojos a los embaucadores de hoy y siempre que te venden una cultura de incapacidad y dependencia mientras ellos se lucran con tu sudor e ignorancia.

Prosperidad significa trabajo honrado y digno. Jesús termina diciendo:

"Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera...' (Mateo 25:29-30)

La prosperidad no es sólo crecimiento económico o material. Muchas veces este enriquecimiento nos materializa y nos aleja de los valores que Dios espera hagamos crecer en nuestras vidas y familias.

El hombre y mujer prósperos es como dice el salmista:

"Será como árbol {firmemente} plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera." (Salmo 1:3)

Finalmente, la prosperidad va más allá de las ganancias y réditos. Quien bien labora, recibe en buena cuenta su paga. Pero aquellos que colocan sus cosechas en las manos de Dios, que lo aman, respetan y protegen al prójimo desvalido, al que busca el conocimiento sagrado... Será honrado, rico, próspero y sus bienes perdurarán.

Así nos recuerda el libro sagrado:

"A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer. Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos." (Proverbios 8:17-18)

Dios te dé prosperidad y seas fecundo en el amor, la generosidad, en la práctica del bien y la justicia. Amén.

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