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LA PALABRA EN EL CAMINO

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 17 sept 2022
  • 3 Min. de lectura

Quienes han nacido en el campo, han estudiado agricultura, o les gusta la naturaleza comprenderán el gran significado de la palabra "tierra". La tierra, el lugar donde asentamos nuestros pies, sembramos semillas, construimos nuestras casas y edificios, abrimos caminos y puentes... La tierra no sólo es el lugar donde en algún momento nos cobijará.

La parábola del sembrador es tan interesante para comprender como Dios nos habla, se comunica con nosotros, y de conocer como respondemos cada uno.

En el Génesis se nos refiera al Creador como la expresión "Verbo" (Génesis 1,1) que da inicio a "Todo", igual lo hace el evangelista Juan (1,1) y el apóstol Pablo en su Epístolas refiriéndose a Jesús, el Cristo.

La Palabra de Dios (Biblia) es más que un conjunto de libros, historias y leyendas. Es la expresión más poderosa de su amor. "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (Juan 1,14)" nos dice el evangelista Juan.

Vivimos tiempos de gran incertidumbre, de una enorme desinformación o más bien, deformación de la palabra. Las personas no saben ya en qué creer. Cada uno se inventa su propia versión y explicación de los contextos y realidades.

Pues bien, en estos tiempos de gran incertidumbre, donde se tejen planes entre telones y a oscuras, donde se nos arrebata la libertad de expresión, donde se nos condena por no aceptar farsas y mentiras... la verdadera Palabra, esa que proviene de Dios, nos puede sacar del fiasco y del embrollo enfermizo.

Tenemos que volver a las raíces de nuestra fe. Al verdadero sentido de la Palabra que Dios mismo nos manifestó a través de su propio Hijo. Porque "el Hijo y el Padre son uno, y nadie va al Padre sino por el Hijo (Juan 14,6)", dicho por Jesús.

Qué respuesta daríamos si les pregunto: ¿qué clase de cristianos queremos ser?, ¿qué tipo de Iglesia en realidad somos?, ¿qué significado tiene realmente nuestra fe?, ¿de qué nos sirve creer?

Creo que la respuesta a nuestra más grandes inquietudes y dudas las podemos encontrar en la voz de Dios, en la Biblia, en los Evangelios, en los acontecimientos presentes... Nos falta todavía capacidad para descubrir el mensaje de Dios en su Palabra... en su Hijo. Así que les daré tres recomendaciones:

1. Aprenda a orar. Es en la oración, en esa apertura a Dios donde descubrimos el significado de su Palabra y establecer una comunicación personal, íntima y profunda con Él. Es en la oración donde hallamos el lugar preferencial para hablar con Dios vivo.

2. Contemple la belleza de la Creación. Empezando por cuidarla y hacer de ella un hogar común y humano. Nos hemos ocupado en destruirla y convertir en un campo de batalla. El origen de las enfermedades que ayer y hoy sufrimos provienen de ahí. De esa actitud negativa, destructiva que sale del corazón humano y que nubla la razón y la conciencia. Contemplar la Creación es continuar la obra creadora de Dios, siendo como el agricultor que cultiva la tierra para que sea productiva.

3. Humanice lo que el hombre crea. La ciencia, los experimentos, la tecnología, en cualquier campo de investigación o de avance científico, biológico, médico... debe contribuir al bienestar humano, al de todos. Es imperativo cambiar la ética actual, los modelos políticos y económicos, y erradicar esos nidos de aves rapaces que se roban la semilla que Dios ha lanzado a la tierra para que dé fruto abundante y reconozcan que somos discípulos (Juan 15,8).

Hay maneras de erradicar los males y malvados que hay en el mundo, en nuestros países. Será asunto de otras reflexiones. Lo importante es que no debemos dejar en manos de unos pocos, el destino de nuestro planeta, el futuro inmediato.

La palabra es nuestra, no de ellos. Que no quede en el camino, expuesta a la rapiña.

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