LA NOCHE DEL JUICIO
- estradasilvaj
- 29 abr
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“Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor.
La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera a la tierra de Egipto.”
— Éxodo 12:12-13
La noche de la décima plaga en Egipto es una de las más cargadas de simbolismo, juicio y redención en toda la narrativa bíblica. No es solo una escena de devastación; es un acto divino que establece el nacimiento de un pueblo y el desplome de un imperio.
Pero lo que realmente impresiona de este texto es la dimensión espiritual que lo atraviesa: "Me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto". No es solo un acto contra faraón o los egipcios, sino una confrontación directa entre el Dios de Israel y el sistema espiritual que mantenía en esclavitud a su pueblo.
-La esclavitud en Egipto
Israel ha estado más de 400 años en Egipto (Éxodo 12:40), desde los días de José. Lo que comenzó como refugio terminó como opresión. El clamor del pueblo ha llegado a Dios (Éxodo 3:7-9), y con la llegada de Moisés, comienza el enfrentamiento con el Faraón.
-Las plagas como juicios divinos
Las plagas no son solo castigos aleatorios. Cada una responde a una estructura de creencias egipcia. Como afirma el erudito John Currid en Ancient Egypt and the Old Testament, las plagas "son un ataque estratégico a las divinidades egipcias, mostrando que YHWH tiene autoridad sobre los elementos que aquellos dioses supuestamente controlaban".
Así, el Nilo se convierte en sangre (contra Hapi, dios del Nilo), la oscuridad cubre Egipto (contra Ra, dios sol), y finalmente, la vida misma es tocada con la muerte de los primogénitos (contra todo el sistema de descendencia, poder y vida egipcio).
¿Qué significa “tomar justicia contra los dioses de Egipto”?
En hebreo, el pasaje clave dice:
וּבְכֹל אֱלֹהֵי מִצְרַיִם אֶעֱשֶׂה שְׁפָטִים אֲנִי יְהוָה׃
"ubeḵol 'elohei Miṣrayim e‘eseh šəfāṭîm — ʾănî YHWH."
"Y contra todos los dioses de Egipto haré juicios; Yo soy YHWH." (Éxodo 12:12)
Este término šəfāṭîm (שְׁפָטִים) no es solo "juicio" como condena, sino que implica también una acción judicial, un veredicto, una manifestación pública de justicia.
Es decir, Dios no solo está “castigando”; está demostrando, declarando y exhibiendo su soberanía frente a todo otro poder, espiritual o humano.
En el mundo antiguo, el primogénito representaba el futuro, la continuidad del linaje, la herencia. Perder al primogénito era un corte directo al legado y al poder.
Números 3:13 dice: “Porque mío es todo primogénito; el día en que herí a todos los primogénitos en la tierra de Egipto, santifiqué para mí a todo primogénito en Israel, así de hombres como de animales…”
Este acto no es solo castigo, es una consagración: los primogénitos de Israel se salvan para ser apartados para Dios. Pero esa salvación, como veremos, tiene un precio.
"La sangre será vuestra señal…" dice el texto. No es que Dios necesite una señal para saber dónde vive cada hebreo. El acto de poner la sangre es un gesto de obediencia, fe y pacto.
Aquí se introduce un tema central en toda la teología bíblica: la sangre como medio de expiación, protección y redención.
El término hebreo para señal es אוֹת (ot), que también aparece en Génesis 9:13, donde Dios pone el arcoíris como señal de su pacto con Noé. Es decir, no es solo un “marcador”, sino un recordatorio visible de una relación y un compromiso mutuo.
- El cordero pascual: una figura mesiánica
En Éxodo 12 se detalla cómo debe ser el cordero:
+Sin defecto (v.5)
+Macho de un año
+Su sangre debe colocarse en los postes
+No debe romperse ningún hueso (v.46)
Estas características no son casuales. Más tarde, el apóstol Juan escribe:
"Porque esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: No será quebrado hueso suyo." (Juan 19:36)
El cordero pascual se convierte en una figura profética de Cristo. Pablo lo dice con claridad:
"Porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros." (1 Corintios 5:7)
La sangre que salva no es mágica; es sacrificial. Y la salvación no es genérica, es para quienes se identifican con esa sangre.
Una de las preguntas más humanas ante este texto es: ¿cómo puede un Dios de amor matar niños egipcios?
Aquí no hay una respuesta fácil ni un consuelo superficial. Pero hay algunas claves:
Justicia acumulada: Egipto ha oprimido por siglos. Se ha negado una y otra vez a liberar al pueblo, incluso después de señales claras.
El Faraón como figura divina: En Egipto, el Faraón era considerado un dios viviente. Derrotarlo —incluyendo su hijo heredero— es derrotar su sistema teológico.
Redención a través del juicio: La salvación de Israel no viene sin precio. No es una historia de "happy ending" edulcorado, sino de una redención costosa.
El mensaje de este pasaje no es solo histórico. Es existencial. En un mundo moderno que rehúye el concepto de juicio divino, este texto nos confronta con la pregunta:
¿Estoy bajo la sangre?
Es decir, ¿me identifico con la señal del sacrificio? ¿Vivo bajo el pacto, reconociendo que mi salvación no viene por mérito, sino por sustitución?
-La Pascua: conmemoración, identidad, esperanza
Para Israel, esta noche se convirtió en el eje central de su historia. La Pascua (Pésaj) no es solo un rito: es una identidad. Cada año, al comer el cordero, al contar la historia, se repite lo mismo:
"Esto es lo que el Señor hizo por mí cuando salí de Egipto" (Éxodo 13:8)
No es historia ajena, es memoria viviente. En el judaísmo, el Seder de Pésaj es un acto de fe narrativa, un testimonio de que Dios interviene en la historia.
-La Pascua y el cristianismo
Jesús muere durante la Pascua. No es coincidencia. Su sangre, derramada en la cruz, es el cumplimiento máximo de este patrón:
+Un juicio se aproxima
+Hay una salida
+Esa salida es una sangre derramada
+Esa sangre se aplica individualmente
En Hebreos 9:22 leemos:
"Sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados."
Y en Apocalipsis 12:11 se afirma:
"Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero…"
La sangre no es solo un símbolo; es una declaración de que alguien más pagó.
Volvamos al texto inicial: “Me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto.”
¿Y si lo aplicamos hoy?
¿Qué “dioses” modernos reclaman nuestra lealtad?
+El dios del éxito
+El dios del placer
+El dios de la imagen
+El dios del control
Cada uno tiene altares y exige sacrificios: tiempo, salud, conciencia. Pero el Dios de Israel sigue diciendo:
"Yo soy el Señor. No tendrás otros dioses delante de mí." (Éxodo 20:2-3)
¿Qué enseñanzas derivamos de este suceso?
-Dios ve y escucha el clamor de su pueblo. No está indiferente ante el sufrimiento.
-El juicio divino es real, pero no arbitrario. Es paciente, justo y siempre da una vía de escape.
-La sangre salva. No por su composición, sino porque representa un pacto.
-La obediencia es visible. La fe se expresa en actos concretos: aplicar la sangre, cerrar la puerta, esperar en silencio.
-La memoria redime. Recordar lo que Dios hizo nos sostiene en lo que aún esperamos.
La noche más oscura de Egipto fue, para Israel, la antesala de la libertad. La misma espada que hería, también protegía. La misma justicia que caía, también redimía.
Y es que en los caminos de Dios, el juicio nunca está separado de la redención, y la sangre nunca es símbolo de muerte, sino de vida… cuando es la sangre correcta.




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