LA NIÑA Y LA ENCHILADA

Tengo un niño que le encanta la cebada, y todos los días se la llevó.

Fui por ella y vi que una pequeña se asomaba. La saludé y le pregunté si deseaba tomar un refresco natural. Ella, muy apenada no sabía que responder. Se acercaron su madre y su tía, a quienes conozco.

La tía le aconsejó pidiera una enchilada, que es una tortilla frita con arroz y carne por dentro.

- Ah bien, le dije. Espera un momento y te la consigo.

A la vuelta de la esquina una señora vende esta ricas enchiladas.

Regresé y la niña con una sonrisa de alegría, recibió tan rico desayuno.

Como esta angelical niña, saludo todos los días a decenas de niños. Es tan grande la necesidad!

A los de mi rebaño, les pregunto si desayunaron o si almorzaron. No siempre sus padres tienen lo suficiente, y menos ahora con tan terrible situación.

Ese día, por la tarde, mientras enviaba unos mensajes a los amigos, pensé que debería hacer algo al respecto.

Hablé con algunas señoras que venden comida y acordamos un trato. Conseguiré los insumos para una comida cuando logre contar con ayudas, y ellas se ocuparán de cocinarla.

Me ha llenado de alegría conocer que unos amigos, una familia, por cierto muy humilde, preparó un almuerzo para los niños de la vecindad. El gesto ha sido hermoso, y los niños acudieron de inmediato. Sus rostros estaban llenos de alegría. Dios sea bendito!

Cada día debiera convertirse en expresiones de amor. Siempre en nuestra mesa hay un pedazo de pan que compartir.

Compartir es un gesto de amor invaluable.

Por favor, hazlo. Este mundo tiene que ser más generoso.