LA NIÑA DESENCANTADA

"Desde que recuerdo, sucedía a diario. Los días de pago de papá se convertían en una triste memoria para mí", expresa Dulce con sentimiento de tristeza.

La bella niña es hija única de una pareja que llevaban más de doce años de vivir juntos. Muy encantadora y delicados gestos; a veces tenía problemas con el estudio porque se sentía sola en casa, y aunque la complacían casi en todo, no era feliz.

Vivía recluida en su habitación viendo tele o chateando, pero se aburría con frecuencia. Hablaba con sus amigas, quienes poco visitaban su casa por los celos y mal genio de su madre.

Una noche, mientras escuchaba las discusiones de sus padres, salió de su alcoba ya cansada de tanta batalla y con voz fuerte y decidida, dijo:

"Papá, mamá!, quieren detenerse un momento. No aguanto más sus gritos y peleas, dijo con voz quebrada.

Yo pensé que mi vida sería diferente y siento que la paz se ha ido para siempre. No comprendo porqué se gritan tanto y discuten sin conseguir una esperanza que los haga mejores.

Entiendo que no estén de acuerdo en varios asuntos y que tal vez sean muy diferentes. No hay papá o mamá perfectos. Tampoco pareja o matrimonio ideal.

Pero, no comprendo porqué no es posible dialogar, hablar sin ofenderse, lisonjear cuando se quiere conseguir algo del otro. Acaso lo que llaman amor es una palabra vacía? Porque yo los amo, pero al verlos así, dudo que su amor por mí, sea verdadero.

Saben que es lo que pienso del amor?, dijo la niña mientras las lágrimas se deslizaban como ríos salinos por sus mejillas rosadas.

Es una ilusión. Es un engaño y un sentimiento sin raíz. No quiero ese amor. Porque ése, es el que muestran cada día. Y esa clase de amor conduce a la infelicidad.

Ahora entiendo también porqué muchos niños y niñas viven solos y tristes, son abusados y maltratados. Y cuando muy jóvenes cometen los mismos errores de sus padres y son explotados en los empleos.

Casarse o no, quizá no importa mucho. Pero prometerse amor para siempre y hacer todo lo contrario, eso no es correcto, no es justo...".

Los padres de Dulce desde esa noche, comprendieron el valor de amarse como esposos.

La desencantada niña había recuperado el amor verdadero que los gritos y sordera había secuestrado.