LA LUCHA QUE NO DEBEMOS DESCUIDAR

La vida es siempre una lucha. Y qué bien que sea así, porque si todo fuera fácil, sería una vida con muy poco sentido y alegría.

Vivimos tiempos de mayor lucha. Los más pequeños tendrán que aprender a luchar de nuevas maneras para sobrevivir en un mundo que se enfrenta de nuevo a una crisis profunda.

Conozco a decenas de familias y personas que enfrentan sus días con valor y tenacidad. Hay también, quienes se han acomodado y viven plácidamente, o bien, o de migajas. Y, hay quienes no les importa los demás.

Cómo debería enfrentar los cristianos estos acontecimientos del presente?

Jesús y los Apóstoles nos dicen cómo hacerlo. Basta leer los Evangelios y las Cartas Apostólicas en el Nuevo Testamento.

Me gustaría compartir mi experiencia personal, porque mi vida ha sido quizás parecida a la de usted. Sí, así es. No vivo dentro de un convento, sino en casa de varias familias. Tengo que trabajar a diario y el sostenimiento es cada vez más duro. Tengo a mi cargo muchos niños y niñas, a quienes cuido y protejo como si fuera hijos propios. Hay días que no quisiera despertar, hay noches que no puedo dormir.

Dios que sabe bien lo que ocurre conmigo, no me abandona. Qué he hecho para lograr su amor, protección y bendición?

1. Trabajar por mi salvación, como dice el apóstol Santiago. Eso significa, que mis acciones deben estar encaminadas hacia el bien y la justicia, hacia el amor y el perdón. Dar sentido cristiano a nuestros actos no es lo mismo que hacer lo mismo todos los días.

Esta noche unos niños no tenían leche, tuve que correr a la tienda o pulpería a comprarla, pero encontré cerrado el local. Así que corrí de nuevo a otro lugar más grande, habían cerrado. Regresé caminando por calles solitarias, sin desconsuelo. Porque el desconsuelo enferma. Observé una pequeña miscelánea y allí encontré la leche. La larga caminata me sirvió de un excelente ejercicio físico.

2. Realizar las tareas diarias con perspectiva positiva y alegría. Las preocupaciones nos paralizan y bloquean mentalmente y restan potencia a las energías interiores. Acepte los hechos, pero avance con valor y decisión.

3. Confíe en la paternidad de Dios. El nos ama. Ama al operario que confía en él, pues de que sirve laborar todo el día, si el fruto lo da Dios, y que velemos muy tarde, si el es quien cuida la casa?

Estamos enfrentando una lucha entre los hijos del mal y los hijos del bien. No se confunda. Busque el auxilio del Señor.

3. Convénzace: el bien prevalecerá sobre la maldad. Ocurrirán muchos acontecimientos que nos dejarán perplejos. La fuerza la hallará en la oración continua y la caridad humana. Practique la generosidad y recibirá bendiciones.

Para que usted sea fuerte a las tentaciones, acuda a la lectura meditativa de la Palabra de Dios. No se deje engañar por falsos pastores o noticias erróneas o alarmistas.

4. Si es católico, aprenda a rezar el Santo Rosario. Si no lo es, no desprecie el amor y bendición de la Madre del Señor Jesús. Y, si no cree en nada. Empiece a caminar por el sendero de la luz y la verdad, sino, de qué ha servido todo por lo que ha luchado?

5. El mundo dará un cambio súbito y radical. Impensable, salido del orden natural. Pero usted, debe preparar tanto su mente como su espíritu. Porque necesitará sólidas convicciones éticas y fortaleza espiritual.

Piense en esto: Dios tiene un plan donde usted es parte de él. Únase a la batalla por restaurar el Reino del que nos habla Jesucristo.

Lo acompaño con mis plegarias y la inquebrantable fe que venceremos por amor a Dios.