LA INFABILIDAD DEL AMOR
- estradasilvaj
- 29 nov 2022
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Se conocieron muy jóvenes. Mario y Susana es una pareja muy especial. Tienen tres hijos y llevan casados doce años.
Todo inició un domingo por la tarde. Ella mientras ayudaba en la Iglesia, su ojos se detuvieron en un joven que llegaba tímidamente a la Eucaristía. Se acercó para preguntarle si se le ofrecía algún servicio. Él, un poco extraño, dijo que quería hablar con el sacerdote.
Padre Juan estaba con unas familias. Cuando se despidió de ellas, Susana le comentó que el joven quería hablar con él. Padre Juan se acercó y le preguntó que necesitaba.
Fue así entonces que Mario comenzó a conocer el camino hacia Dios. Procedía de una familia disfuncional, con padres divorciados. Él era el menor de cinco hermanos y nunca había asistido a una asamblea cristiana.
Durante tres meses Mario estuvo asistiendo a los preparativos para el Bautismo y Confirmación. Susana se encargó de aquel proceso, ocasión que fue también la oportunidad de una relación muy bonita. Mario, pronto concluiría sus estudios técnicos.
La Iglesia estaba llena de gente muy alegre, pues se bautizaban doce adolescentes y jóvenes, y quince niños recibían la confirmación. Aquella celebración de domingo fue extraordinaria. La vida espiritual de niños y jóvenes empezaba un camino nuevo.
Transcurrieron dos años después del aquel acontecimiento que marco la vida de Mario y Susana, pues se habían enamorado.
El amor llega en el momento preciso, sin la necesidad que fuerces la situación, que manipules al otro, que tengas que improvisar.
Susana es una joven emprendedora y talentosa. Mario, más idealista y de buen corazón. Aquella combinación empezaba a reaccionar químicamente. Porque el amor, es una mezcla que hay que saber elaborar.
Sin embargo, la realidad se impone y si querían convivir juntos, era necesario planificar la sostenibilidad de ambos. Mario, consiguió un trabajo de medio tiempo, mientras Susana ayudaba a su madre en la tienda de ropa. Ella, un mujer hábil y organizada empezó a crear condiciones para su propio negocio.
El tiempo fue dando lugar a que todas las piezas fueran encajando. Supieron esperar el tiempo oportuno y cuando se estabilizaron ambos, pensaron en dar el paso al matrimonio.
Llegó aquel día y muy pronto llegó el primer bebé. Todo estaba ya preparado. Ambos había conseguido una casa y aunque todavía sin muchos muebles, lo necesario lo tenían para vivir contentos y en paz.
Aquello se veía maravilloso, una familia ideal. Pero, apenas los años pasaron y llegó el segundo hijo, la situación se fue tornando diferente. Las responsabilidades eran mayores y las exigencias en el hogar, aumentaban. El tiempo también había colocado algunas pruebas en el camino. Las enfermedades, el exceso de trabajo, el encarecimiento de la vida y los celos. Los famosos celos y tentaciones que tarde o temprano aparecen detrás de la puerta.
Susana era una mujer religiosa, profundamente cristiana. Oraba sin cesar con sus hijos. Mario, últimamente se había abandonado. Ya no iba casi a misa los domingos y evadía rezar el rosario, los sábados por la noche.
Fue entonces que Susana, empezó a visitar más frecuentemente al Santísimo y organizó una cadena de oraciones por los esposos y esposas. Aquel impulso apostólico, fue agradable a Dios de tal manera, que muchas parejas que vivían en conflictos, poco a poco fueron acercándose el uno al otro. Porque el amor, de cierta forma es infalible. Como creo lo es también, la oración.
Quizás para algunos no consideran importante en su vida espiritual el ir a misa los domingos y comulgar, o de ponerse de rodillas y orar. Lo cierto es, que para Susana y Mario, la fortaleza espiritual que da la oración, la Eucaristía y la meditación de la Palabra de Dios, mantenía a salvo su matrimonio de muchas acechanzas. Aquel amor, mantenía la temperatura ideal para mantenerse unidos y fieles. Aquel amor entre los dos, en la familia crecía y se fortalecía como iban creciendo cada uno de sus hijos. Porque, el amor conyugal crece cada día; cuando no, es porque lo hemos abandonado, lo hemos perdido o cambiado. El amor nunca deja de ser.
Susana y Mario habían sido un gran pararrayo en tiempo difíciles en la Obra. Siempre contaba con ellos. Me mantenían animado y sus energías eran también mis energías.
Hace casi un mes que no sé de ellos. Decidieron viajar a los Estados Unidos de América. Sólo tengo una fotos de todos ellos. Todas las noches los recuerdo con gratitud y cariño, y oro como siempre lo hacíamos. ¡Cuánta falta me hacen!

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