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LA HORA SE APROXIMA

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 7 jun 2022
  • 2 Min. de lectura

«Los hombres que metisteis en la cárcel están ahí en el templo y siguen enseñando al pueblo.» (Hechos 5:25)

Los acontecimientos presentes venían revelando el fin del cautiverio para los que vivían esclavos, tras la rejas o bajo el asedio y la opresión de los malvados.

El pueblo había marcado el final del opresor rebelándose y haciendo frente a las columnas del mal. Otros pueblos se le unieron y derrotaron hasta vencer. Había llegado la libertad.

Mientras tanto, otros muchos seguían bajo el asedio y la opresión. Las mentiras y engaños hicieron presa a tontos confiados e ignorantes.

La mayoría de los que sufrieron dolor, muerte y cárcel permanecían unidos y valientes, esperando la señal prometida.

Los títeres comenzaron a manipular sus consignas y discursos para confundir y crear caos.

Pero aquellos que no habían perdido la fe ni las esperanzas, se llenaron de valor. El acontecimiento final se aproximaba para ellos.

Se hacía noche y las aves ya calladas, empezaron a incomodarse. Los perros corrían asustados y lloraban lamentándose. El viento se cruzaba entre las palmeras, mientras la luna helaba las oscuras horas.

Los soldados estaban por todas partes, acobardados como si hubieran visto algún terror que se desplazaba ciegamente.

Una luz poderosa abrió las rejas y salieron los privados. Al amanecer las calles fueron llenándose de hombres y mujeres, los templos de sacerdotes y predicadores de buena fe.

Eran innumerables y por todas partes salían que imposible era de frenar su marcha.

La tierra estremeció y los cimientos se movieron, cuando una inmensa nube cubrió aquellas gentes.

Los soldados y malhechores armados estaban listos para detener la multitud, pero fueron dominados por una fuerza extraordinaria, hiriendo ha aquellos malvados hombres.

Una luz intensa los cubrió, el cielo se llenó de sol abrasador dejando en cenizas corazones ennegrecidos y homicidas.

Fueron marcados unos en la frente, otros en el pecho o las manos con una prodigiosa señal.

El Juez había llegado de lo más alto a separar el trigo de la mala hierba.

Los perseverantes en el bien fueron llamados a su presencia, a los indiferentes despreciados y a los malvados castigados con rigor.

Ese día se hizo largo. Habitó para siempre en la memoria de aquellas gentes, de aquel pueblo que recuperó su libertad. Y empezó a cambiar.

Empezó a llover, el invierno se aproximaba para limpiar la tierra de todo hedor y pestilencia que había dejado el tirano y los suyos.

Y se escuchó de nuevo la voz del Pastor llamando a sus ovejas, llenas de gozo y cantando.

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