LA ESPOSA AFLIGIDA
- estradasilvaj
- 11 dic 2022
- 2 Min. de lectura
Suena el celular. -"Aló, buenas tardes, quién llama?"
Una voz quebrada responde: -"Soy yo, Hermano. Puedo verlo. Me urge".
-"Cálmese, respire profundo y lento. Dígame dónde quiere que nos encontremos".
Aquella llamada había roto el día. Detrás se encontraba una mujer angustiada, muy triste y sola. Tomé el bus y me encaminé al lugar que ella me había indicado. La encontré con las manos en el rostro llorando.
Haciendo señas dije: -"Por favor camarero, nos trae una jarra de agua y dos vasos".
Con voz pausada le dije: -"Aquí me encuentro, no está sola y la escucho atentamente."
Poco a poco fue recuperando el ritmo de la respiración y limpiándose el rostro, miraba el dolor que la tenía sollozando. La joven señora, acercándose como queriendo consuelo, comenzó a decir todo lo ocurrido. Yo tomaba algunas notas en mi libreta, mientras la interrumpía para que tomara un poco de agua y aire.
La historia estaba llena de conflictos y desamores, de trágicos errores, pero también de rayos de luz. No todo estaba perdido. Aquella roca demasiado grande se había convertido en una montaña. Así que comenzamos ha reconstruir la casa, a edificar desde abajo. Pasamos un poco más de dos horas conversando. Terminamos haciendo un plan de trabajo quizás incompleto. Indudablemente, son varios actores en el plan de trabajo. Hay que comenzar una larga jornada. La disposición y la actitud son importantes, así como el lenguaje y los detalles, la calidad de las relaciones y la sinceridad de los actos.
Duró un tiempo. Aquella construcción parecía de vidrio, pero los cimientos no. No es fácil reconstruir una familia. Hay quienes se rinden o se van. Pero, si hay amor verdadero, permanecen juntos.
Con el tiempo, las enfermedades se fueron curando. Aquellas lágrimas fueron limpiando las heridas, los gestos olvidando los moretones, el amor las mentiras.... No resultaba tan fácil para todos. Ya no había culpables, sino comprometidos.
Llegó el aniversario. Aquella inexpugnable montaña era una ladera donde todos estaban en la misma distancia, los veía fuertes y sanos. Cómo lograron cambiar el sollozo en gozo. Les pregunté: ¿Cómo lograron vencer los desafíos y muros?
Ellos con el rostro alegre, dijeron: -"Hicimos lo que usted nos dijo que intentáramos: Asirnos a la cruz de Cristo contra viento y tormentas; qué confiáramos en su poder amoroso y que todos somos hijos pródigos. Volvimos de ese viaje oscuro. Ahora celebramos la fiesta del encuentro de la familia con Dios..."
Aquellas lindas palabras llenaron de inmensa paz y alegría mi corazón.
Se acercaba Navidad, había recibido un hermoso regalo: Ellos.

Comments