LA ESPERANZA PERDIDA

Desde lejos veía la fila de hombres y mujeres avanzando solos, unos tras otro caminando cabizbajos; de grupos y familias dejando incontables huellas aplastadas en el camino.

Atrás, las casas enllavadas y volviéndose locas de soledad e infortunio. Dónde hallaré lugar para vivir? Qué sucederá con mi destino?

Las risas y miradas irónicas de los avariciosos y de negro corazón se juntan a celebrar mi partida. Mientras manos que abrazan, ojos que lloran y corazones entristecidos me acompañan hasta el desfiladero de la fosa.

Dónde irá mi juventud, quién edificará la nación? El pastor está silencioso, predica dentro de muros. Qué fuerza me dará, qué aliento recibiré ahora si su báculo no dirige la marcha?

Los malvados limpian sus marcas de muerte y esconden las evidencias de sus pecados. La justicia enmascarada por la mentira y la artimaña se ocupa de humillar al justo y de condenar al valiente.

Quedaré solo lamiendo mis heridas y soñando mañanas que no llegarán?

Será que la esperanza está perdida y que el amor no libere más?

Envía Señor, Dios Altísimo la luz que encienda nuestra noche oscura, rayos de esperanzas que rompan las cadenas, fuego poderoso para incinerar la maldad y sus bestias.

No permitas que el amor deje de perdonar; que la justicia sea tu mano fuerte y segura para quienes hicieron tanto mal sobre la tierra.

Dame tu mano, que del suelo me levantaré cantando un himno para Ti.

Haz que los caminos llamen a tus hijos y construyamos juntos una nueva nación, porque una esperanza perdida es una vida sin destino.

Cristo es nuestro camino y el destino, el Padre.