LA ENCONTRÉ

En la banca del parque se hallaba Róger, un joven de apenas 16 años. Había tenido un disgusto con su padre por el incumplimiento de algunos acuerdos entre ellos.

Róger atravesaba una crisis propia de la adolescencia que a veces los adultos olvidamos. Le incomodaba estar en ese estado y distanciarse de su padre, lo entristecía.

Algunos compañeros de clase se acercaron para invitarlo a jugar fútbol, pero se disculpó con ellos. No tenía mucho entusiasmo.

Imperceptiblemente, una linda joven se acercó. No prestó mucha atención, mientras ella recitaba unos versos de Goethe:

"Era en un bosque: absorto pensaba andaba sin saber ni qué cosa por él buscaba.

Vi una flor a la sombra, luciente y bella, cual dos ojos azules, cual blanca estrella. Voy a arrancarla, y dulce diciendo la hallo:

«¿Para verme marchita rompes mi tallo?»

Cavé en torno y toméla con cepa y todo, y en mi casa la puse del mismo modo. Allí volví a plantarla quieta y solita, y florece y no teme verse marchita".*

Él, al escuchar la dulce voz, volviose hacia ella y sintió cómo aquellas letras removieron su interior.

Sus miradas se encontraron sin aviso, apenas podían cerrar los ojos. Ella dijo entonces: ¿Te gusta el poema? Sí, dijo él. Es de un dramaturgo alemán, agregó ella.

Pensaba que esa flor eras tú, mientras lo recitabas. -¿Cómo te llamas?, le preguntó. -Luxfilia (que significa "amiga de la luz").

-Yo, simplemente Róger.

-Te veo decaído y triste.

-No es nada importante, replicó ocultando su rostro.

-Hace un día muy bonito, dijo ella. No vale la pena echarlo a perder si se pueden reparar los líos. ¿No crees?

-Tal vez, dijo sin dar importancia.

-¿Te has enamorado alguna vez? -No estoy seguro, dijo con cierta pena.

Pero debo confesarte que cuando estabas leyendo el poema, sentí dentro de mí que no era el mismo. Surgieron unos sentimientos muy especiales, no sé explicarte. Tan nuevos, tan puros, como esa bella flor del poema.

Dudando del riesgo de lo que iba a decir, dijo:

Por un momento sentí lo mismo. Que arrancaba esa flor desde abajo y la sembraba en mí. Me sentía tan sólo, que solo ella llenó mi corazón.

-¿Y es lo que realmente deseas?, preguntó ella. -Creo que sí.

En ese momento, Róger se vio envuelto en una luz. Al desvanecerse, ya no estaba la chica. Pero sentía un cambio por dentro.

Regresó a casa y habló con su padre.

Meses después, se enamoró de una linda chica, curiosamente llamada Luxfilia que tenía un hermoso jardín.

Róger había encontrado un jardín para su corazón enamorado.

¡Cómo es el amor de romántico!

* "La encontré!", Johan W. Goethe