LA CÁTEDRA VACÍA
- estradasilvaj
- 27 sept 2022
- 4 Min. de lectura

Al escribir estas reflexiones han venido a mi pensamiento un sinnúmero de citas bíblicas como de eventuales sucesos ocurrentes. La imagen de la Cátedra de un Obispo vacía tiene mucho significado para mí, y me imagino, el efecto que tiene en los católicos que aman a su Obispo.
Podría escribir en varias direcciones, desde un análisis de las causas y consecuencias hasta de lo que pienso sea un mensaje a los católicos y cristianos en un país donde la persecución es una realidad, un hecho evidente que lacera la paz social y las libertades humanas.
Sin ánimo de comprometer mis reflexiones en una dirección crítica que no abone a la importancia de una vida cristiana como lo aboga la Iglesia y basada en las enseñanzas de Jesús, centraré brevemente las mismas en cuatro elementos.
1. La expresión "Cátedra vacía" tiene de por sí un mensaje muy fuerte. El Obispo no está ausente. El Obispo continúa en su pueblo. Interesante es observar cómo los clérigos, la feligresía, todos los que de alguna manera están involucrados en el servicio religioso y el mismo pueblo, han continuado dando cierta normalidad a la vida litúrgica y a las diferentes expresiones de fe popular. Sin duda, la no presencia del Obispo por las razones por todos conocidas, favorece la incomodidad de no tener consigo al Pastor. Porque, no es que el Pastor haya huido. Este es también otro fuerte mensaje. El Pastor no ha huido lejos de su rebaño.
La Cátedra está vacía y no puede ser suplantada. Esto lo tiene claro el pueblo religioso y es muy gratificante observar también, cómo esta situación ha aumentado la fe comunitaria, la fortaleza espiritual, la oración de los cristianos, su capacidad de actuar con beligerancia pero con cautela. Un primer fruto que observo es la unidad de los católicos, de los católicos verdaderos.
2. El trigo y la cizaña. ¿Recordamos esta parábola? Les dejo aquí la cita: Mateo 13:24-54, que bien explica el mismo Jesús. Pues bien. Este momento que vivimos nos pone a todos en el contexto de esta parábola. Se descubren nuestros corazones, se develan nuestros verdaderos sentimientos y pensamientos. Quedamos expuestos de si estamos del lado de Dios o de la maldad. No hay una sola acera. El lenguaje y los actos de unos son totalmente distintos. Aquí no va lo de "poner una vela al santo y otra a satanás". Porque para Jesús no existe esta clase de arreglo y de diálogos. Dios es un ser de una sola pieza, los cristianos debemos ser personas íntegras. Se es trigo, o se es cizaña.
Aquí viene entonces, el segundo fruto o enseñanza de este asunto que trato de reflexionar: la fidelidad a Cristo. ¿Qué significado tiene? Pues, que de nada sirve decir: "Señor, Señor...", o de llenar los discursos o lemas con un falso y vulgar "cristianismo", cuando en la práctica están muy lejos de la justicia, la liberad, el respeto, la verdad, amor... De los valores del Reino de Dios (Mateo 11:20-24).
La siega llegará a su tiempo, y allí nuestros corazones, las verdaderas intenciones se harán brillar por encima de las mentiras y las farsas.
3. Fuertes y unidos. No es fácil mantenerse fuertes y unidos en medio de las tribulaciones. De hecho, éstas aumentan cada vez que procuramos la unidad en la fe y en la fraternidad. Por tanto, nuestra actitud debe estar enfocada en la oración y en el amor a Cristo. Bien lo dice san Pablo: “Alégrense en la esperanza, sean pacientes en el sufrimiento, perseverantes en la oración” (Romanos 12,12). No es una actitud pasiva, alienante, sadista... sino, de plena confianza en Dios actúa de manera diferente a lo que cada uno de nosotros piensa o espera. Si leemos con frecuencia y atentamente las noticias, en diversos países donde los cristianos son minorías y también mayoría, como en América Latina, el nivel de persecución hacia ellos recrudece. Tiene una explicación y un origen desde diversos puntos de vista.
El fruto de la "Cátedra vacía" es entonces vivir alegres como quienes esperan, pacientes como los que está atribulados (podemos leer "prisioneros o encarcelados") y unidos constantemente en la oración. Una oración que no está reducida a palabras, sino a una emancipación de una fe adormilada, reducida y envenenada por fariseísmos y discursos poéticos vanos.
4. Una nueva Iglesia. ¡Sí lo creo que debe ser! Una Iglesia cuya cabeza es Cristo, pero que los miembros, que somos nosotros los cristianos, permanezcamos unidos a Él en la Iglesia que fundó en los Apóstoles, teniendo como cabeza a Pedro. En la que cada Pastor sea como ese que vemos pintado en los Evangelios, no ese acomodado a los sistemas terrenales. Ese Pastor que también puede ser acorralado por los lobos, pero cuyas ovejas permanecen unidas y no lo abandonan.
La Iglesia debe ser nueva porque los tiempos y el mundo se tornan huracanados, adversos, terriblemente alejados de Dios. Y necesitamos una Jerarquía con una sola voz, un solo corazón y una sola fuerza. No sólo valiente, sino astuta. Sabia. Arrastrada por el amor a Dios y a su pueblo.
En este sentido, considero que un fruto o enseñanza, es la madurez espiritual en la Iglesia y sus líderes. Necesitamos Pastores que no sólo "huelan" a ovejas, sino que vivan dentro del rebaño las mismas tribulaciones de su pueblo, sus dolores y sus pruebas, sus gozos y esperanzas . No esos líderes religiosos a los que llama Jesús "sepulcros blanqueados" (Mateo 23:27-32) y que se llenan la boca de falsas palabras y promesas, y el corazón muy lejos de Dios (Salmo 52:4-6).



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