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HE VENCIDO AL MUNDO

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 3 jun
  • 3 Min. de lectura

"En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo." (Juan 16:33)

No hay que dudarlo hermanos. Jesús ha vencido al mundo.

Pero, a qué mundo se refiere? Cuáles son esas luchas de las que él habla?

Recibí dos llamadas esta mañana y una ayer noche. Las tres eran para solicitarme oraciones por unos familiares de conocidos que atravesaban grandes penas y dificultades.

Tengo que confesarles, antes de proseguir, que todos los días lucho contra el mundo y sus tentaciones, y espero dejarlo algún día, victorioso en Cristo!

No tengo que esforzarme en ver a diario los males que aquejan a este pueblo bajo un clima de grandes pruebas para sus vidas y fe.

Veo y escucho con mucho dolor las historias de familias que han abrazado la Cruz. Sí, han preferido dejarse de cobardías e indiferencias y asumir los riesgos por valores que considero trascendentes. Valores y principios humanos que cientos de hombres y mujeres han perdido por la ambición y el odio.

Al recibir las llamadas, me uní al dolor de esas familias. Esa noche no pude dormir pensando en ellas. Tomé el rosario y desgranaba las avemarías como las hojas de un flor.

Este mundo es un mundo muy malo. Es el mundo del pecado y de la frialdad hacia el ser humano y su planeta. El mundo de los extremismos y fundamentalismos irracionales.

Por ello, para el cristiano constituye una lucha permanente. Lucha para derrumbar todos esos muros que nos impiden vivir como hermanos y sí como enemigos. Lucha contra males poderosos, pero no inexpugnables.

Les escribo dos reflexiones de algunas que compartí con las familias amigas:

1. Dios es más que todo. A veces en nuestra vida nos tropezamos con la incredulidad. El dolor y el fracaso nos pueden alejar de Dios, así como lo pueden hacer otros vicios que nos arrebatan el corazón y la mente.

Un cristiano tiene que comprender que Dios es nuestra meta y que Jesús, el camino. Un camino muy exigente y que no admite ambigüedades, traiciones ni indiferentismo.

Las pruebas nos enseñan a ser mejores y probarnos de qué tipo madera estamos hechos. Es entonces, que nos mostramos tal cual somos y si en verdad seguimos a Cristo y amamos a Dios por encima de todo. Porque Dios puede más que todo.

2. El amor cultiva, el odio destruye. Cuando recibimos una ofensa, respondemos de inmediato con mayor desprecio. Cuando le arrebatan la vida a un hijo, uno es capaz de recurrir al "ojo por ojo y diente por diente". La ira y el odio pueden aprisionar nuestro infortunio y arrancarnos el corazón.

Aún en medio de semejante barbarie, el amor puede vencer al odio. Es así como la justicia y la reparación se debe convertir en la salida a los crueles hechos criminales. No a un perdón lavado con "sangre de hermanos", ni a un silencio sumergido en pagas o mordidas envenenadas.

Si no hay amor, el perdón es nada. No es fácil sentirlo y hacerlo. No lo sé.

Lo que realmente sé es que Cristo venció a la muerte y al pecado, o sea, Él ha vencido al mundo.

Si no estamos del lado de Cristo, muy difícilmente venceremos al mundo. Y es necesario hacerlo para reconstruirlo todo: nuestras vidas y nuestra nación.

Dios salve a nuestras familias!

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