ERES IMPORTANTE PARA DIOS

Y si lo eres para Él, lo eres para mí también.

Te comentaré tres razones de porqué lo eres.

“Sea vuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenéis, porque El mismo ha dicho: nunca te dejaré ni te desampararé” Hebreos 13:5

Nos parece que hay unos que han nacido con una estrella y otros, con una luz apagada; unos en cuna de oro y otros, entre una mantilla y en una casita humilde; unos para ser poderoso y ricos, y muchos para ser pobres y desgraciados.

Cierto es que hemos configurado un tejido social muy dispar, desigual y hasta injusto. Por eso, hay muchos que la avaricia los aprisiona y no les importa alcanzar una condición social utilizando artimañas que riñen con delitos y pecados.

Pues te diré que eso lo podemos cambiar. Dios está de nuestro lado y Él mismo nos ha dicho varias veces "nunca te dejaré ni te desampararé". Recurre a Él y confía porque es leal.

“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” Juan 4:19

Casi siempre hablo y escribo sobre el amor. Hoy he pasado la mañana solo, y aunque me sentía con la libertad de hacer lo que se me ocurriera, sentía la necesidad de una compañía. De pronto llegó una niña y todo cambió. Me preguntó: ¿Cómo está? Le respondí: Solo. Pero, al llegar tú, todo ha cambiado.

Así es el amor. Llega a nuestras vidas antes que nos nosotros nos demos cuenta. Dios nos ha amado siempre, y nos amó tanto que no le importó sacrificar a su hijo. Por esa razón, nosotros lo amamos.

Dios te ama siempre. Eres hechura de Él y tu alma lo anhela, lo necesitas. Necesitas remojarte en las aguas del bautismo.

“Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.” Juan 4:20

Dios no es dios de impíos ni mentirosos. No creas en esos que desde altas tarimas o tribunales se llenan la boca de Dios. Hay muchos hombres y mujeres que se atribuyen vocablos de Dios como si fueran profetas o enviados, salvadores o edificadores. No lo son.

No podemos creer en hombres ni mujeres, ni en sistemas ni organizaciones que prometen la salvación. Porque la salvación viene de Jesucristo, no de ellos. Nos podrán al alcance cierto bienestar y condiciones sociales, pero no nos salvarán.

Todavía es peor, escuchar en bocas de ellos palabras bíblicas, pero si sus actos son contrarios a los MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS, son unos embusteros y falsos promesantes.

El Apóstol Juan lo dice enfáticamente: "Si alguien afirma: "Yo amo a Dios", pero odia a su hermano, es un mentiroso.... no ha visto a Dios".

El amor a Dios pasa por el amor al prójimo, y si lo amas de verdad, entonces, conocerás a Dios. Ese es el camino que nos conduce a la salvación.