ENTRE CIELO Y TIERRA

Así vivimos, entre cielo y tierra.

Un día de estos me encontré con dos personas. Una de ellas, como si viviera en los cielos y la otra, muy apegada a la tierra. La que vivía en los cielos se olvidaba que sus pies estaban en la tierra y que había que ocuparse de los caminos que se abrían como rosas de un jardín. Al olvidarse de las realidades, no lograba comprender que no se puede ser una isla en un mar lleno a veces de tormentas y de una inmensurable paz. Que no se está solo, que los hombres son mis hermanos y que la tierra nos da los frutos para vivir largamente.

Aquél que no quería desprenderse de la tierra fácilmente se llenaba de placeres pasajeros y nunca estaba satisfecho. Como su corazón se volvió ambicioso, sometía a sus semejantes a la tiranía y a la esclavitud. No veía más que hacia abajo y pocas veces, hacia el cielo.

Iniciamos noviembre con un día viendo al cielo y el otro, a la tierra. Eso somos. De cielo y tierra. No podemos ir al cielo sin pasar por la tierra.

Pero entre el cielo y la tierra hay un camino. Ese es tu corazón. Hazlo vivir cultivando la tierra de buenos frutos y abundantes, y de morir deseando el cielo donde hallarás... Hallarás el origen de tu destino: DIOS.