top of page

EN SILENCIO, CON ÉL

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 26 sept 2022
  • 3 Min. de lectura

Una amiga me dijo que nunca había escuchado orar a un niño. Le respondí, que yo sí.

Si ponemos atención a los Evangelios, únicamente a los hechos que nos narran los evangelistas, nos daremos cuenta de las diversas maneras que Jesús oraba. Les mencionaré algunos momentos: en el desierto antes de salir a cumplir con la Voluntad del Padre; en la Sinagoga, cuando lee el Libro Sagrado de los hijos de Abraham y revela el cumplimiento de las Escrituras; en diversas ocasiones retirándose a un lugar fuera de la ciudad, alejado del tumulto; en la noche casi hasta el amanecer mientras los apóstoles dormían; en aquel monte elevado cuando les habla a las multitudes realizando por dos veces la multiplicación de los peces y panes; cuando les enseña el Padre Nuestro a los discípulos; cuando realiza algún milagro; al iniciar cualquier comida con sus apóstoles; en la Última Cena; en el monte Getsemaní... cuando está clavado en la Cruz.

La oración es para Jesús el lugar preciso de hablar con su Padre. Y pienso que debe ser así para cada cristiano o incluso, no cristiano.

Hay que saber orar. Un largo tiempo pasaban los niños y niñas en silencio, entablaban un diálogo de amor con Dios. Porque un niño, siempre está abierto a la escucha, siempre está contemplando y descubriendo desde adentro las maravillas. En él no hay doblez ni engaño.

¿Cómo ora un niño? En silencio, con la mente y el corazón abierto, dispuesto a recibir. No es un corazón que galopa sin rumbo. Es un corazón que late despacio y va navegando hacia la luz que es Cristo. Es contemplativo. A veces habla, casi siempre permanece atento y tan sólo mira como quien estuviera con alguien, como si hablara con un amigo a quien le cuenta su vida.

Se han reunido muchos niños de diversos lugares para celebrar un acontecimiento que casi siempre olvidamos cuando mayores: la Primera Comunión. Nunca olvidaré la mía cuando tenía diez años en aquella hermosa Capilla del Instituto Pedagógico de los Hermanos Cristianos (De La Salle). Una ceremonia única, inolvidable. El encuentro más importante de nuestra vida: la Eucaristía.

¿Por qué dejamos de comulgar? Porque dejamos de orar. Y, ¿por qué dejamos de orar? Porque dejamos de amar. Y, ¿por qué dejamos de amar? Porque dejamos de escuchar.

El mundo actual no escucha. Está ocupado de los ruidos, de las preocupaciones, de los espejismos.

Si recuperáramos el sentido de la escucha, seremos capaces de amar, de orar, de comulgar. Porque la comunión es la expresión de amor entre dos seres que se aman. Como los esposos, en el matrimonio; como los novios, en el descubrimiento del primer amor.

Jesús estaba acostumbrado a orar. Y...¿quién le enseñó? Su Padre. Siempre estaba en actitud de escucha hacia al Padre.

Jesús se integró a la cultura y religiosidad de su pueblo. Brindó una dimensión salvadora a la religiosidad de su tiempo. Como Él mismo dijo: "vengo a dar plenitud al cumplimiento de la Ley".

Orar como Jesús ora es disfrutar de la intimidad con el Padre, con Dios mismo en su totalidad; es adorar, dar gracias, recurrir en los momentos difíciles, pedir valor y dar la vida de nuevo a quien la tiene perdida; es dar nuevas esperanzas, acrecentar la fe y permanecer fiel en la persecución.

Jesús oraba siempre por la unidad de los seres humanos, por la armonía del hombre con Dios y con lo Creado. Por la tanto, la oración siempre debe estar orientada a la unidad y no a la división, a la plenitud en el Padre.

¿Es importante orar? Sí, lo es. Cuando han ocurrido relevantes sucesos mundiales como las guerras, persecuciones, pandemias, desgracias ecológicas... Millones de personas recurren a la oración, y ésta tiene el gran poder de devolver al mundo oportunidades de sobrevivir. Recuerdo cuando la reciente pandemia del Covid-19, aunque los templos permanecieron cerrados, en muchos hogares y capillas la gente se reunía orar en común o en privado. El que no oraba antes, se postró de rodillas y oró al Padre. El mundo se benefició.

Pero, pronto nos olvidamos. Y, el mundo ha regresado a sus antiguos vicios. Las guerras, las desgracias ecológicas, las ambiciones, el crimen y el robo... Regresan al corazón del hombre los ídolos de piedra, de papel, de oro... Los nuevos baales, las antiguas divinidades.

¿Cuál es la oración perfecta? Si el Padrenuestros es la oración predilecta, la que sale del corazón sincero, es la perfecta. ¿Quién puede entrar en tu santo Templo, y habitar en tu Casa, Señor?

El que vive rectamente y practica la justicia, el que es sincero consigo mismo, el que no calumnia con la lengua, ni perjudica a sus amigos, ni procura el mal de su vecino; el que desprecia al que Dios desprecia, pero honra al que da honra a Dios; el que cumple sus promesas aunque salga perjudicado. El que no presta dinero con interés, ni acepta soborno en contra del inocente. El que así vive, jamás caerá. (Salmo 15,1-5)

ree

 
 
 

Comentarios


Publicar: Blog2_Post

Formulario de suscripción

¡Gracias por tu mensaje!

50557600273

  • Facebook
  • Twitter
  • LinkedIn

©2021 por Brother George. Creada con Wix.com

bottom of page